Fueron al cabildo de Salamanca, llevando con ellos la carta que les daba permiso para fundar un convento en esa villa.
[6] Sin embargo no comenzaron las obras hasta unas décadas después debido a la falta de recursos.
[7][8] En cuanto a la edificación del actual inmueble pueden marcarse dos etapas diferentes de construcción.
El claustro menor tiene majestuosos arcos y pilares del estilo barroco queretano.
[9] En la segunda mitad del siglo XVIII fueron contratados dos maestros tallistas para ejecutar unas obras.
En 1836 fue desmantelado el altar mayor dedicado a Juan de Sahagún y sustituido por el neoclásico actual, obra del arquitecto celayense Francisco Eduardo Tresguerras.
De 2010 a 2016 fueron restauradas las torres del templo y se les agregó iluminación.
Ese mismo año una epidemia de cólera azotó a la región y el convento fue convertido en hospital.
Una sociedad civil formada por ellos logró impulsar la restauración completa del claustro mayor de 1999 a 2002.
En frente de la iglesia se encuentra su antiguo atrio ahora convertido en la Plaza Cívica Miguel Hidalgo.
Cada torre tiene pilastras decoradas con 12 figuras de personajes religiosos, con tres en cada lado.
El retablo de la celosía que unía a la iglesia con el convento es una gran obra.
El retablo principal era dedicado a Juan de Sahagún fue reemplazado por el actual neoclásico.
[5] La nave del templo se compone de cuatro espaciosos tramos, crucero y presbiterio.
La sacristía está en forma de U y abraza al presbiterio, otro diseño que es muy raro encontrar en el país.
Se hallan dispuestos once retablos churriguerescos que fueron fabricados en Santiago de Querétaro hasta 1782, siendo instaladas en el convento en 1782.
"[7] En el lado derecho del crucero se puede observar un gran púlpito labrado en caoba y tiene elementos como pintura al óleo e incrustaciones de marfil.
La sacristía destaca por su mesa de forma octagonal que era usado para servicios religiosos.
La mesa tiene un pequeño cajón donde se guardaban objetos diversos importantes para las celebraciones litúrgicas.
Tanto la mesa como el púlpito son de Filipinas y fueron hechas en el siglo XVIII.
Hay un Cristo del siglo XVII hecha en una pieza sola de mezquite.
El claustro mayor terminó fungiendo como una casa capitular donde se reunían los agustinos de la provincia cada cuatro años para elegir a sus autoridades.
Las celosías permitían que los religiosos participaran en las ceremonias del templo sin ser vistos por los feligreses, un elemento muy común en los conventos femeninos pero muy escaso en los monasterios.