Sinfonía n.º 9 (Shostakóvich)

[4]​ En Testimonio, Solomon Volkov recordó las palabras del compositor a este respecto:[2]​ Shostakóvich pagó muy caro el desaire; en 1948 fue condenado como "formalista" y puesto en la lista negra, lo que le dejó como única fuente de ingresos las partituras cinematográficas.

Tras la muerte de Stalin en 1953, terminó una Sinfonía n.º 10, en cuyo scherzo el propio Vozhd hace una última aparición inolvidablemente aterradora.

Su humor y ligereza son un homenaje a Joseph Haydn, cuyas sinfonías Shostakóvich y su colega Dmitri Kabalevski habían tocado al piano cada noche durante las seis semanas en las que Shostakóvich compuso la obra.

Para MacDonald la sinfonía constituye "un gesto abierto de disidencia [que] apunta sin piedad al estalinismo...

[7]​ El primer movimiento, Allegro, está escrito en la tonalidad de mi bemol mayor, en compás alla breve y sigue la forma sonata.

En la recapitulación, cuando el segundo tema normalmente se plantearía en la tónica del movimiento, mi bemol mayor, el trombón insiste con petulancia en la bemol, una y otra vez, hasta que la orquesta acaba cediendo, con la satírica melodía del flautín interpretada esta vez por un violín solista.

La apertura "imita el despreocupado alivio del ciudadano común ante la victoriosa conclusión de la guerra.

Pero el segundo tema -una tosca marcha rápida, dirigida por un trombón de dos notas (tónica-dominante) es claramente simbólico del Vozhd [Stalin]".

MacDonald escucha "peleas que estallan y por un agitado instante la música continúa en dos tonalidades hasta que el trombón arrebata el control", tras lo cual las cuerdas se rinden "y la repetición termina con trinos burlones, con la marcha rápida al mando".

Entonces, súbitamente, el movimiento se ralentiza, como si los músicos estuvieran exhaustos, y un potente acorde de los metales da inicio al Largo.

Según MacDonald este solo de fagot inesperado envía señales contradictorias y constituye "otra máscara" que deja intranquilas a las cuerdas.

[2]​ Para Barbara Henninger "¿Podría ser el politburó haciendo sus declaraciones públicas, con el artista murmurando lúgubremente desde la barrera?"

Una vez aclarado el punto, convoca una coda desordenada y cierra de golpe [la Novena]".

Poniendo buena cara, la jerarquía soviética se hizo eco de Mravinsky, pero sólo temporalmente.

Estudiosos más recientes como Ian MacDonald han interpretado la sinfonía en otros términos como se puede ver en el apartado dedicado al análisis de la pieza.

Shostakóvich en 1942.