Sviatoslav Richter

Sin embargo, abandonó la composición poco después de mudarse a Moscú.

[4]​ En 1940, todavía estudiante, estrenó la Sonata para piano n.º 6 de Serguéi Prokófiev, compositor a cuyas obras quedaría asociado para siempre.

Poco después la acompañó en un programa que incluía canciones de Nikolái Rimski-Kórsakov y Prokófiev.

[5]​ En 1949, ganó el Premio Stalin, lo cual lo llevó a dar varias giras de conciertos en la URSS, Europa del Este y China.

[8]​ Richter dio sus primeros conciertos en Europa Occidental en mayo de 1960, cuando se le permitió tocar en Finlandia.

[10]​ Sin embargo, Richter afirmó que no le gustaba tocar en Estados Unidos.

Su primer recital, con obras de Haydn y Serguéi Prokófiev fue recibido con hostilidad por los críticos británicos.

También se planteó tocar gratis al final de su vida y en muchas ocasiones renunció a cuantiosos emolumentos por tocar en pequeñas poblaciones por un caché económico similar al de cualquier pianista principiante.

[15]​ Se dice que, en sus últimos años, Richter contempló la posibilidad de dar conciertos gratis.

[17]​ Este proceso de envejecimiento continuó en los 90, y le causó gran frustración.

Había atravesado un largo periodo de depresión debido a su incapacidad para actuar en público.

[23]​ Nunca se sintió plenamente identificado con el régimen soviético aunque tampoco ofreció mayores problemas a las autoridades rusas.

Hizo lo que quiso consciente del reconocimiento que se le dispensaba, y no dudó tanto en solidarizarse con otros colegas músicos cuando estos cayeron en desgracia como en tocar por deseo propio y a modo de homenaje durante los funerales celebrados por la muerte de Stalin.

Efectuaba todas las repeticiones indicadas en la partitura y sentía entusiasmo en el desarrollo de su técnica.

Solía tocar con partitura a la vista no solo por solventar cualquier imprevista falta de memoria, sino por asumir que tocar de memoria podía significar un menosprecio hacia el compositor.

En cierta ocasión el director Guennadi Rojdestvenski manifestó con relación a él: “Richter tenía una energía tremenda....tocamos dos veces juntos y en ambos casos hubo bastante dificultad dado que en vez de colaborar con uno, más bien trataba de chocar”.

[25]​ En palabras del propio Richter, "mi repertorio da para unos ochenta programas diferentes, sin contar la música de cámara".