[1] Contra lo que esperaba la propaganda nazi, el contacto entre ambas tropas no fue hostil sino todo lo contrario.
La situación bélica en la propia Alemania era también prontamente liquidada: la batalla de Berlín finalizó al amanecer del 2 de mayo, cuando el último comandante en jefe de la guarnición, el general Helmuth Weidling, entregó la ciudad a las tropas soviéticas al considerar inútil proseguir la lucha en la urbe ya bastante destrozada.
Mientras tanto, fuerzas navales británicas se lanzaban a la ocupación de Dinamarca con apoyo de la resistencia danesa, desarmando y apresando a las fuerzas alemanas que encontraron, sin hallar resistencia apreciable.
Ese mismo día estalló la sublevación de la resistencia checa en Praga que atacó a las tropas alemanas que aún resistían en las regiones centrales de Bohemia, atrapadas entre las tropas estadounidenses y el Ejército Rojo.
Cuando la Stavka soviética se enteró de la rendición firmada sólo ante británicos y estadounidenses en Reims, exigió que el mando supremo de la Wehrmacht también capitulara ante el Ejército Rojo, alegando que una rendición «parcial» dejaba a las tropas alemanas en libertad para seguir luchando contra las fuerzas soviéticas.
Al saber de la rendición incondicional, las fuerzas alemanas y sus aliados croatas o eslovenos trataron de huir hacia el noroeste para capitular ante británicos o estadounidenses en el sur de Austria y no ser capturados por los partisanos comunistas yugoslavos o por el Ejército Rojo.
Esos esfuerzos motivaron una evacuación acelerada de las últimas zonas bajo control nazi, como los alrededores de Zagreb o Liubliana, pero al penetrar en territorio austriaco el mando militar británico rechazó tomar prisioneros a croatas o eslovenos y los devolvió a la Yugoslavia bajo control partisano.
Precisamente, según la hora de Moscú cuando la rendición militar alemana se hizo efectiva era ya 9 de mayo y en esa fecha se realizaron las celebraciones del triunfo en Moscú y otras ciudades soviéticas.
Esto fue considerado un asunto muy importante, recordando que en 1918 la rendición alemana de la Primera Guerra Mundial había sido firmada por un gobierno civil y no por el Ejército, lo cual había sido un pretexto de Hitler para crear el argumento de la «puñalada por la espalda», invocando una traición cometida por el gobierno del Imperio alemán al capitular.
En 1945, los Aliados no querían dar a un futuro régimen alemán hostil excusas para resucitar esa leyenda propagandística donde la derrota alemana era fruto de una supuesta «traición del gobierno», prefiriendo que la rendición fuera asumida por los jefes de la propia Wehrmacht y que este acto fuese considerado como suficiente para que los vencedores establecieran un gobierno directo sobre Alemania.
Durante los cuatro años y medio siguientes, Alemania estaría sujeta al gobierno militar de los vencedores.
El grupo más grande representado en esta cifra eran los judíos (la mitad del total según los Juicios de Núremberg), pero los gitanos, eslavos, católicos, protestantes, homosexuales y varias minorías y personas discapacitadas, así como también enemigos políticos del régimen nazi (particularmente comunistas) formaban el resto.
El antiguo Tercer Reich fue dividido tal como se había acordado previamente por los Aliados en la Conferencia de Yalta.
En ese mismo año, la zona de ocupación soviética se convirtió en Alemania Oriental (República Democrática Alemana, RDA).
Alemania firmó un tratado separado con Polonia, confirmando en ese mismo año la plena validez de la frontera polaco-germana establecida en 1945.