Ese mismo día Goebbels se suicidaba en Berlín, cercado por las tropas soviéticas, y aunque Dönitz ignoraba esa noticia, llamó al conde Lutz Graf Schwerin von Krosigk para que éste asumiera el cargo de Canciller.
Von Krosigk rechazó esa designación pero aceptó trabajar con Dönitz con el cargo de "ministro principal".
No obstante, Dönitz logró rechazar la oferta informando a Himmler que Hitler ya le había destituido días antes de todos sus cargos mientras se hallaba en el Führerbunker, acusándolo además de traición (por sus contactos con el conde sueco Folke Bernadotte para rendirse a los Aliados occidentales) y ordenando que fuera condenado a muerte.
Al día siguiente, 6 de mayo von Friedeburg y el general Alfred Jodl se reunieron en Reims, llegando a dicha ciudad tras portar banderas blancas a lo largo del territorio controlado por los Aliados, mientras que ese mismo día Dönitz envió comunicaciones desde Flensburgo a los últimos ministros de Hitler: Joseph Goebbels (aún sin saber de su muerte en Berlín), Heinrich Himmler, Alfred Rosenberg y Otto Georg Thierack, destituyéndolos oficialmente de todos sus cargos.
No obstante, al conocerse este hecho en la URSS, Stalin reclamó que la rendición se repitiera en Berlín en el cuartel general del Ejército Rojo, presidido por el general Gueorgui Zhúkov, para asegurar de modo expreso que la capitulación comprendía también a las tropas alemanas que aún resistían a las fuerzas soviéticas; además la Stavka reclamaba que un evento de tanta trascendencia debía ejecutarse también ante los máximos jefes del Ejército Rojo y no solo ante representantes de los Aliados occidentales.
Aunque Dönitz trató de dejar sin efecto algunas normas del periodo hitleriano, su gobierno se basaba en seis miembros del Partido Nazi y solo su jefe, el conde Lutz Graf Schwerin von Krosigk, carecía de filiación a ese partido.
La actitud británica frente al Gobierno de Dönitz durante sus primeros días fue bastante ambigua, un comportamiento que pronto provocó recelos entre los soviéticos.
Dönitz reclama un contacto «oficial» con las autoridades aliadas pero su pedido es denegado, mientras ese mismo día llega al puerto el último barco con refugiados alemanes.
El 19 de mayo una delegación estadounidense liderada por John K. Galbraith y George Ball llegó por avión para interrogar a Albert Speer.
Pravda comenzó una campaña de prensa organizada por el mismo Stalin en la que se denunciaba a la «camarilla militarista fascista» organizada en torno al almirante y Radio Moscú, conocedores los soviéticos de que Dönitz les había propuesto un frente común antibolchevique, llegó a afirmar que estaba chantajeando a los occidentales.
Allí arrestaron y registraron a todos los militares alemanes que encontraron, junto con sus colaboradores civiles.
En los próximos cuatro años, Alemania quedaba sujeta a un gobierno militar de los vencedores.