[7] Muestra algunos retoques formales innovadores; según Reisig en esos pasajes uno casi puede imaginarse al genial compositor, con la pluma relajada sobre el pentagrama, sonriendo para sí mismo.
[4] La primera publicación de esta pieza se cree que pudo tener lugar hacia 1772 por el editor vienés Johann Julius Hummel y coeditada por Longman & Broderip.
En cuanto a la participación del clavecín como bajo continuo en las sinfonías de Haydn existen diversas opiniones entre los estudiosos: James Webster se sitúa en contra;[9] Hartmut Haenchen a favor;[10] Jamie James en su artículo para The New York Times presenta diferentes posiciones por parte de Roy Goodman, Christopher Hogwood, H. C. Robbins Landon y James Webster.
No obstante, existen grabaciones con clavecín en el bajo continuo realizadas por: Trevor Pinnock (Sturm und Drang Symphonies, Archiv, 1989-1990); Nikolaus Harnoncourt (n.º 6–8, Das Alte Werk, 1990); Sigiswald Kuijken (incluidas las Sinfonías de París y Londres; Virgin, 1988-1995); Roy Goodman (Ej.
[4] Su textura es uniforme con frases melódicas regulares, acompañamiento en negras y la línea de bajo en pizzicato.
[3] Se caracteriiza por el uso del tresillo en el contratiempo, el tema dual es enunciado por trompetas y violines.
El trío está escrito en la subdominante sólo para cuerdas y presenta el carácter de una danza alemana.
Reisig se pregunta hasta qué punto esto fue apreciado por un público compuesto en gran parte por aristocracia fácilmente distraída.