[5] La composición de esta pieza se cree que pudo desarrollarse en 1761, cuando el compositor tenía 29 años.
En cuanto a la participación del clavecín como bajo continuo en las sinfonías de Haydn existen diversas opiniones entre los estudiosos: James Webster se sitúa en contra;[6] Hartmut Haenchen a favor;[7] Jamie James en su artículo para The New York Times presenta diferentes posiciones por parte de Roy Goodman, Christopher Hogwood, H. C. Robbins Landon y James Webster.
No obstante, existen grabaciones con clavecín en el bajo continuo realizadas por: Trevor Pinnock (Sturm und Drang Symphonies, Archiv, 1989-1990); Nikolaus Harnoncourt (n.º 6–8, Das Alte Werk, 1990); Sigiswald Kuijken (incluidas las Sinfonías de París y Londres; Virgin, 1988-1995); Roy Goodman (Ej.
Presenta una estructura ternaria de obertura francesa (A-B-A) en la que dos Adagios enmarcan un Presto central.
Quizá este cambio en el orden habitual de los movimientos viene dado por lo inusual del primer movimiento que hace que el minueto salte por delante de su puesto tradicional para quedar en segundo lugar.
Se caracteriza por una perezosa alegría, casi gatuna, sin ningún indicio de ensueño.
El breve Finale regresa al espíritu del Presto inicial con una voluble sección central en modo menor.