[6] Su padre, Franz Xaver Hoss, antes de embarcarse en actividades comerciales había servido para el Deutsches Heer en África Oriental Alemana, que lo hizo permanecer poco tiempo en Baden-Baden:[7] crio a su hijo con disciplina militar y pensaba destinarlo a una carrera eclesiástica,[8] aunque en la adolescencia Rudolf fue gradualmente perdiendo la fe.
[10][11][12] Su infancia transcurrió sin problemas de salud, aparte del sarampión que tuvo muy temprano; su formación académica era limitada y sus resultados regulares.
En 1919, después de la Primera Guerra Mundial, se unió al Freikorps de Gerhard Roßbach, con 3000 efectivos,[17] y luchó contra los comunistas en la región del Ruhr, la Alta Silesia y los países bálticos.
[30] Fue en Dachau que aprendió la «filosofía esencial de las SS», desarrollada por Theodor Eicke y centrada en la dureza hacia los prisioneros.
[31] Según Laurence Rees, «al aprender a suprimir emociones como la compasión y la piedad, Hoss integró un sentimiento de hermandad que también era muy fuerte en las SS».
[32] «Miembro modelo de las SS», fue ascendido a Rapportführer, primer asistente del comandante del campo, luego fue nombrado teniente y trasladado a Sachsenhausen,[33] como jefe de la guardia.
[29] A partir del 18 de junio, solicitó al gerente de construcción un informe semanal sobre el progreso del trabajo destinado a abastecer con agua potable al campamento, evacuar las aguas residuales y drenar las marismas.
[39] En septiembre, Oswald Pohl le ordenó aumentar la capacidad del campamento agregando un piso a los edificios existentes, a fin de desarrollar trabajos forzados en las canteras de arena y grava cercanas.
[...] Bebió unos vasos de vino tinto y fumó, algo que normalmente no hacía.
[43] Unos días más tarde, Himmler le ordenó extraer todos los cadáveres de las fosas comunes, quemarlos y esparcir sus cenizas, para hacer imposible cualquier estimación del número de víctimas;[43] también le exigió aumentar la capacidad del campamento a 200 000 personas.
[67] Para disgusto de su esposa, una buena cocinera y que nunca fue miembro del NSDAP, prestaba poca atención a la comida.
[86] Durante la capitulación alemana, se encontraba en Flensburgo, donde también estaba presentes Richard Glücks y Heinrich Himmler.
[66] Fue detenido por las tropas británicas,[d] vistiendo uniforme de la Kriegsmarine, pero no pudieron identificarlo y lo soltaron.
[89][e] Fue duramente golpeado en su arresto por soldados liderados por el germano judío Hanns Alexander.
[67] En cuanto a Alfred Rosenberg, creía que le jugaron un «mal truco» al ponerlo en una posición muy difícil para defender su filosofía.
[100] «El inconveniente [del testimonio de Hoss en Núremberg], que se revelaría mucho más tarde, fue una gran exageración en el número de víctimas, cuyos negadores algún día se alborotarían: afirmó que Auschwitz había visto morir a dos millones y medio de deportados, lo que Robert Faurisson y sus seguidores debían aprovechar para sembrar la confusión».
[102] Durante su juicio, «fue un acusado modelo, respondiendo breve y precisamente las preguntas que se le formularon, sin inhibirse sobre sus superiores o inferiores.
Pero nunca midió genuinamente su horror insondable, como si el sentido moral ordinario le hubiera fallado para siempre».
[104] Sobre este punto, Laurence Rees subrayó que Hoss no estaba satisfecho con seguir órdenes a ciegas, sino que mostró un gran ingenio para aumentar las capacidades de exterminio en Auschwitz;[55] también señala que cuando no estuvo de acuerdo con Himmler, no se lo hizo saber: «A diferencia de aquellos que cometieron crímenes bajo Stalin, Hoss nunca debió actuar por temor a un terrible castigo si desafiaba una orden.
[112] Cuando el psiquiatra trató de averiguar si se veía a sí mismo como un tipo duro y sádico, respondió que «se volvió duro cuando ejecutó esas órdenes» y que nunca «había dado muestras de ternura, ya sea disparando a personas o matándolas en cámaras de gas».
[10] Cuando Gilbert quiso saber cuántos deportados habían sido asesinados en Auschwitz y cómo los había exterminado, Hoss le explicó cómo gasearlos, de manera realista, con una voz tranquila y apática.
[126] Este relato, al igual que las entrevistas a Franz Stangl por Gitta Sereny,[127] presenta una característica especial: «Incluso cuando los personajes en cuestión se ven privados del criterio de humanidad, que podría aplicarse a los actos que han cometido, son extremadamente ansiosos de parecer, no como “hombres malos”, sino como personas cuya fortaleza moral no se vio socavada por las situaciones extremas en las que tuvieron lugar sus acciones».
[128] Hannah Arendt, señalando un error sobre Adolf Eichmann,[i] creía que este era un testimonio cuestionable.
Es comprensible que el testimonio del comandante de Auschwitz sea una gran roca en su jardín».
[96] Ante la confusión que reinaba en ese momento sobre el total de víctimas, Leon Goldensohn le preguntó si la cifra no debería ser más grande, hacia los 3 000 000 o 4 000 000 de muertos, pero Hoss mantuvo su estimación, afirmando que no había archivos o nombres sobre los gaseados y los números son solo estimaciones aproximadas.
[146] Su esposa no reveló el escondite de su marido a la inteligencia militar británica, excepto bajo amenaza; también se reportaron los malos tratos a los que fue sometido Hoss durante su captura y sus primeros días de detención.
Según Faurisson, todos estos elementos se obtuvieron bajo coacción y tortura, lo que pondría en duda la confesión de Hoss.
Si sus guardias polacos hubieran intentado falsificar estas memorias o hacer que Hoss mintiera, esta información nunca habría aparecido».
[152] En 1952, se publicó la novela La mort est mon métier (La muerte es mi oficio) de Robert Merle, basada en gran medida en las entrevistas de Rudolf Hoss con el psicólogo estadounidense Gustave Gilbert durante los juicios de Núremberg, cuyo relato le parece más confiable que la autobiografía: «Hay una diferencia entre poner tus recuerdos en papel y ordenarlo y ser interrogado por un psicólogo...».
En este sentido, el autor admite que no tiene suficiente retrospectiva en comparación con las memorias.