Le afectó el cierre de las universidades decretado por Fernando VII y su ministro Francisco Tadeo Calomarde en 1832.
Por mediación de éste conoció a Donoso Cortés, Juan Nicasio Gallego, Ventura de la Vega, Espronceda, Larra, Serafín Estébanez Calderón y otros, entre los que se encontraba el que años más tarde sería su gran amigo y protegido: José Zorrilla.
Un temprano amor por una muchacha, a la que recuerda como Lina, muerta en plena juventud, marcó su vida y su obra.
Establecido en Madrid (1832), participó en todas las actividades románticas y protegió a José Zorrilla, cuya revelación ante la tumba de Larra en 1837 relata conmovido.
Díaz reaccionó inmediatamente frente a la amenaza y ordenó poner a buen recaudo en los hornos del alcázar segoviano los caudales del erario público, los caudales particulares y las alhajas de las iglesias, dejando al enemigo sin posible botín que conquistar como no fuera expugnando el alcázar, lo que a todas luces resultaba empresa excesiva para las magras fuerzas carlistas.
Aquel mismo año 1839, cuando se unificó bajo un solo mando el poder de los jefes políticos y los intendentes, Díaz fue nombrado para esta dignidad en Cáceres, ciudad en la que redacta un famoso Manifiesto.
Todos sus intentos políticos giraron entonces, y en los años siguientes, en torno a la fusión de los partidos.
Junto con Francisco Cárdenas, Joaquín Pacheco y Antonio de los Ríos Rosas, fundó una revista muy influyente hasta que fue cerrada por orden gubernativa, El Conservador (1841), con la cual proyectaba oponerse, situándose entre las filas políticas del moderantismo (sector de los puritanos), a Espartero, lo que le llevó a ofrecer sus servicios a la Reina Gobernadora durante el conflicto de la Regencia; este acto, que le valió una prisión de un mes y cristalizó su prestigio político entre los monárquicos.
Elegido diputado a Cortes por la Coruña en 1843, una vez disueltas estas renueva su escaño, aunque en esta ocasión por la circunscripción de Cáceres, donde aún se recordaba su paso por la provincia como Jefe Político.
Cabe señalar en este punto, que el sistema electoral español del siglo XIX asignaba los diputados por partidos judiciales, al estilo de los distritos británicos, y no por provincias como prescribe la actual ley electoral.
Le ofrecen desde el sector privado la secretaría del Banco de Isabel II.
Desde este puesto creó en 1847 el Real Consejo de Agricultura, Industria y Comercio.
La segunda afirmación encuentra cabal cumplimiento, pues casi todos sus poemas son reflejo autobiográfico.
Predominan los poemas amorosos que giran en torno a dos mujeres, Lina, el amor de su adolescencia, y otra, quizá una aristócrata madrileña a la que pretendió en edad más madura.
Hay que añadir algunas traducciones del francés y varias composiciones de circunstancias, como "A don José Zorrilla".
En métrica se mostró bastante original, inventando estrofas como las octavas de pie quebrado.
Contribuyó al desarrollo de la novelística con dos obras clasificadas como sentimientales y con elementos autobiográficos.
Una cita (1837), escrita en 1833, es una novela corta ambientada en Galicia que revive los amores con Lina y su muerte.
Apuntaba asimismo sus doctrinas religiosas y sociales, con las que no estaba de acuerdo.
En cualquier caso De Villahermosa a la China es un paso adelante en la consolidación del Realismo narrativo.
Hombre muy culto, publicó un Compendio Histórico-Crítico de la Jurisprudencia Romana (1842) basado en la obra del historiador inglés Gibbon donde analizaba el desarrollo del Derecho Romano hasta los tiempos de Justiniano.
En la mano derecha lleva una pluma y en la izquierda, que descansa sobre el corazón, un rollo de papeles.
Las cuatro caras del pedestal contienen lápidas de mármol blanco con inscripciones en relieve.