Escribió el prólogo a El diablo mundo de Espronceda, calificado por Marcelino Menéndez Pelayo de "mistagógico y apocalíptico", pero que le dio mucha fama por su encendido romanticismo.Compuso también unas Leyendas de África (1863) y Episodios militares (1884).Contribuyó a la narrativa con dos relatos, El diablo las carga (1840) y El doctor Lañuela (1863), que desde Juan Valera y Menéndez Pelayo han sido tachados de extravagantes e incomprensibles, a pesar de algunos momentos brillantes y lúcidos.También dejó numerosas cuentos en revistas, a los que dio el título general de Cuentos estrambóticos,[2] que se insertan en el género fantástico.Quizá se le pudiera aproximar también a Edgar Allan Poe.