Está centrada a ambos lados del Mausoleo de Lenin, inicialmente construido en madera en 1924 y reconstruido en granito en 1929-30.
Desde 1707-08, el zar Pedro el Grande, esperando una incursión sueca que penetrara profundamente en Rusia, restauró el foso alrededor del Kremlin, cerró la plaza Roja y construyó fortificaciones de tierra alrededor de las torres Nikólskaia y Spásskaia.
En poco tiempo, el foso junto con los puentes y los edificios adyacentes fueron reemplazados por una plaza pavimentada.
[5] La muralla del Kremlin que daba a la plaza Roja fue reconstruida no tan alta como antes y adquirió su aspecto actual en la década de 1820.
Los soldados liberados, denominados colectivamente los Dvintsi ('los de Dvinsk'), se quedaron en la ciudad como un grupo cohesionado, establecido en el barrio de Zamoskvorechie y claramente hostil al Gobierno Provisional.
La noche del 27 al 28 de octubre, un destacamento de unos 200 hombres, dirigiéndose al norte hacia la calle Tverskaia, se enfrentó con las fuerzas lealistas cerca del Museo Histórico Estatal en la plaza Roja.
Al día siguiente los lealistas, encabezados por el coronel Riábtsev, consiguieron apoderarse del Kremlin.
Dispararon contra los soldados rojos que se habían rendido en la muralla del Arsenal.
El mismo mes, los terroristas blancos ametrallaron una manifestación probolchevique; y las ocho víctimas también fueron enterradas al pie de la muralla.
Murieron doce personas, incluyendo a Zagorski, que fueron enterradas en una fosa común en la plaza Roja.
Yákov Sverdlov, que había muerto en 1919 durante la gripe española, fue enterrado en una tumba individual cerca de la torre del Senado.
El entierro en la muralla del Kremlin, además de su situación cercana en la sede del gobierno, era también visto como una afirmación de ateísmo, puesto que haber sido enterrado en un cementerio tradicional cercano a una iglesia era inapropiado para los bolcheviques.
Por el mismo motivo, la incineración, prohibida por la Iglesia Ortodoxa Rusa, era preferida antes que el entierro dentro de un ataúd, y fue favorecida tanto por Lenin como por Trotski.
Harold Skilling, que visitó el mausoleo aquel mismo noviembre, advirtió que «en todo el mundo se había despertado la curiosidad por ver la nueva tumba de Stalin [...] A diferencia de otras, la suya [tumba] no estaba coronada con un busto y solo estaba marcada por una placa con el nombre I.V.
Cuando los miembros del Politburó no estaban disponibles inmediatamente, Mijaíl Súslov era quien tomaba la decisión.
Brézhnev pasó por alto la decisión de Súslov al menos en una ocasión, votando enterrar a Semión Budionni en una tumba individual.
Serguéi Merkúrov creó las cinco primeras tumbas, para los recientemente enterrados Mijaíl Kalinin y Andréi Zhdánov, así como para Yákov Sverdlov, Mijaíl Frunze y Félix Dzerzhinski, que habían muerto hacía tiempo.
Konstantín Chernenko, que murió en marzo de 1985, fue el último en ser enterrado en la plaza Roja.
[30] La discusión sobre la clausura del mausoleo surgió al poco de la disolución de la Unión Soviética, con opiniones que oscilaban desde enterrar a Lenin simplemente en San Petersburgo, hasta exhibir la momia en una gira mundial con fines lucrativos.
En 1995, Yeltsin se «desplazó hacia el centro nacionalista» y, como los anteriores líderes del Estado, usó el mausoleo como tribuna del gobierno; pero, en 1997, reiteró que se tendría que enterrar a Lenin.
[36][37] Las propuestas para retirar la necrópolis de la plaza Roja han tropezado con la oposición pública.