Ella tomó parte activa en la guerra: montaba a caballo, manejaba las armas, muchas veces utilizó el uniforme militar y fue capaz de sofocar un motín en la plaza de Quito.
Participó en la batalla de Ayacucho y fue edecana que resguardó los documentos del Libertador.
Manuela Sáenz empezó a ser reconocida por la historiografía independentista hispanoamericana contemporánea en el siglo XX como una gran heroína y prócer en la gesta de la independencia y es considerada un símbolo del feminismo en América Latina.
En 1817 se une en un matrimonio arreglado por su padre con el acaudalado médico inglés James Thorne, mucho mayor que ella.
En 1823 Manuela acompañó a Bolívar al Perú y estuvo a su lado durante buena parte de las campañas, participando en ellas activamente, hasta culminar la gesta libertadora cuando se radicaron en la ciudad de Quito.
La respuesta de ella fue contundente: seguiría con Bolívar y daba por finalizado su matrimonio.
Admiraba grandemente a Simón Bolívar y compartían el mismo ideal.
En conmemoración de estos hechos en esta casa se colocó una placa con las siguientes palabras: Por estas acciones, Bolívar mismo la llamó la Libertadora del Libertador; Tras las investigaciones posteriores, los responsables del atentado fueron capturados.
Manuela entregó al historiador O’Leary gran parte de documentos para elaborar la voluminosa biografía sobre el Libertador, de quien Manuela dijo: «Vivo adoré a Bolívar, muerto lo venero».
Recién en la mitad del siglo xx, gracias al revisionismo histórico, aparecieron biografías y ensayos en los que se empezó a reivindicar su papel como líder en la gesta libertadora de lo que hoy son Colombia, Ecuador y Perú.
[16] En los últimos años Sáenz ha sido convertida en un icono del feminismo latinoamericano e igual, como sigue teniendo detractores, su vida también es exaltada por escritores e historiadores como Alfonso Rumazo González, Germán Arciniegas o Alberto Miramón y Pablo Neruda.
[25] En dicho museo reposan numerosos objetos que les pertenecieron a ella y al Libertador.
[27] Manuela Sáenz colaboró con vituallas en la batalla de Pichincha a su regreso del Perú.
Monumento, traído desde Quito, su posición esta mirando al mar en rememora a una ciudad que vivió y amó profundamente.
Estos restos simbólicos fueron trasladados por carretera, atravesando Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela hasta arribar a Caracas, donde reposan en un sarcófago diseñado para tal fin junto al Altar Principal en el que yacen los restos de Simón Bolívar.