Lodosa

La Historia de Lodosa está profundamente ligada al lugar estratégico que ocupa: una rica vega junto al Ebro, que además ha sido frontera natural entre reinos, y escenario de batallas.

La obra era colosal, ya que la canalización comenzaba en la sierra de Codés, y el acueducto llegó a medir 30 km.

Con la llegada de los árabes a estas tierras en el s. IX, los Banu Qasi (descendientes de visigodos convertidos al islam) dominan el territorio junto al Ebro.

Sancho Garcés había aprovechado las anteriores vicisitudes, comenzando una expedición contra los árabes por el sur de Pamplona, para extender su soberanía sobre la tierra de Deyo y desde Monjardín hasta el Ebro, Lodosa, Mendavia, Falces, Fúnes, Caparroso, Cárcar, San Adrián, Andosilla, Azagra, y Milagro, incorporándolas al Reino.

Como defensa del Reino, los Reyes navarros aseguran la frontera con Castilla por medio de fortalezas: Las Tenencias, con centro en un lugar fortificado, y bajo el control de un Señor que actuaba «por mano del Rey».

Lodosa como lugar fronterizo, poseía una de ellas cuyo origen se remonta al siglo XII.

El «senior» García López de Lodosa actuaba en Mendavia en 1120 como mandatario del monarca pamplonés.

Al no poder mantenerlo, se retiran a sangre y fuego.

Los hechos más significativos que tuvieron lugar en la localidad ocurrieron en el año 1808, durante los meses de octubre y noviembre.

Una vez en Lodosa, organiza las fuerzas de las que dispone, y el mariscal Lannes toma el mando del Cuerpo de Moncey, reforzado hasta alcanzar los 24 000 infantes y 5000 jinetes.

El plan de los franceses era que Lannes atacara a Castaños en Calahorra, mientras Michel Ney, por Soria, se dirigiría contra la retaguardia española.

Su nuevo despliegue suponía abandonar los proyectos ofensivos e intentar cerrar el corredor Sur del río que lleva a Zaragoza.

En el ataque causan graves daños a los franceses y hacen 23 prisioneros.

Fue el final para este gran militar cuya vida estuvo entregada a dos ideales: Independencia y Libertad de la Patria.

En la orilla derecha del Ebro, en el cerro hoy conocido como Telégrafo, el mando isabelino construyó un telégrafo óptico que pertenecía a la línea Ausejo - Lodosa - Andosilla - Lerín.

De esa misma época data la tala de los álamos del ferial, que les da esa forma tan peculiar; las tropas carlistas los desmocharon para que sus baterías pudieran batir la otra orilla del río.

Es destacada la importante presencia de sindicatos y de partidos políticos en Lodosa durante estos años, que traerá como consecuencia directa, una feroz represión durante la Guerra Civil.

Esta fuerte presencia sindical permitió un impulso a la vida agrícola de la localidad e igualmente se materializó con algunas mejoras en este aspecto.

La Guardia Civil no consigue controlar el pueblo por lo que a la mañana siguiente envían refuerzos de falangistas y dos compañías.

Las calles quedaron desiertas, el resto se encerró en sus casas, a la espera de la represión por haber sido uno de los pocos lugares donde se había hecho frente al Alzamiento.

Algunos de los heridos en el hospital fueron fusilados y en la prensa se describen varios suicidios.

Posteriormente entre los cientos de fusilados en este cuerpo militar hay numerosos lodosanos.

Ruinas del acueducto romano de Calahorra
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Torre de Sartaguda, también llamada de Rada
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