Juan del Encina

Alcanzó gran altura lírica en sus glosas y villancicos, cuya invención se le atribuye.

Estuvo viajando de Roma a España varias veces entre 1510 y 1519, hasta asentarse finalmente en León para desempeñar el priorato de la catedral que le concedió el papa en ese último año.

[cita requerida] En su etapa al servicio del duque de Alba, aunque ya componía versos desde los catorce años, escribió entonces varias piezas dramáticas en asturleonés (concretamente en dialecto sayagués) como en su Auto del repelón, también en verso.

Se hizo célebre su «Triste España sin ventura», lamento a la muerte del príncipe don Juan, en quien tantas esperanzas habían puesto el pueblo y sus padres, los Reyes Católicos.

Publicó en su Cancionero, de 1496, ocho églogas dramáticas de carácter religioso o cortesano, protagonizadas por pastores, en principio rústicos (que se expresan en sayagués, un dialecto convencional y literario con rasgos del leonés), pero que con el tiempo darán lugar a otros más idealizados que entroncan con la literatura pastoril.

La V y VI tratan de comilonas carnavalescas previas a la Cuaresma.

La IX, titulada Las grandes lluvias, incorpora aspectos de su realidad histórica y quizá un significado social.

Además de los pastores, rústicos (Gil, Pascual) o cortesanos (Plácida, Vitoriano, Suplicio), se incorporan personajes mitológicos (Mercurio y Venus) que tienen un papel funcional en la obra que, yendo encaminada a la tragedia, se convierte en comedia al resucitar Mercurio a Plácida, tras haber sucumbido a sus desgracias amorosas.

[3]​[4]​ Pero, representada ante numerosos cortesanos españoles e italianos, Federico Gonzaga, el embajador español y muchos obispos, no gustó demasiado, pues, según escribió Stazio Gadio al duque de Mantua, "per quanto dicono spagnoli non fu molto bella et pocho delettò al signor Federico".

En este contexto, la Tribagia no logró la misma consideración que las otras obras.

Este fin trascendente y espiritual del viaje es el que reconoce inmediatamente el lector de la época.

Juntos continúan este periplo, en el que invierten algo más de cuatro meses.

Éstas se contienen, junto con la relación del viaje del Marqués, en el manuscrito de la Biblioteca Nacional de España, lo que permite a Vicente Beltrán afirmar que estamos ante un verdadero «ciclo poético».

A continuación, se detallan las obras musicales de Juan del Encina.

Estas obras se encuentran en las siguientes fuentes: Existen dos grabaciones dedicadas íntegramente a Juan del Encina.

Portada del Cancionero , de Juan del Encina (1496).