[3] La palabra procede del árabe «Al-qawwád (mensajero)», este mensajero era el encargado de regalar un caballo al marido de la mujer que otro personaje quería conquistar, así se ganaba la simpatía del marido y le era más fácil acercarse a su amada.
[4] El escritor árabe cordobés Ibn Hazm en su obra Tawq al-hamāma o El collar de la paloma (1023) trata el tema del amor, donde aparece el personaje del «mensajero».
[5] En el siglo XIII ya era una palabra usada, e incluso se puede encontrar en los escritos alfonsíes, fue entonces cuando poco a poco pasó a una acepción cada vez más negativa: «alcahudete que enganna las mugeres sonsacandolas fazen les fazer maldad de sus cuerpos»[6] En obras literarias españolas, desde la Edad Media, se refleja en muchas de ellas la situación social que se vivía, y el personaje de alcahueta es uno de los que se solía transcribir con bastante frecuencia.
Uno de los primeros autores españoles en incluirla en su obra Libro del buen amor (1330-1343), fue el arcipreste de Hita, que al relatar los amores tenidos en su propia autobiografía ficticia, narra la ayuda recibida por la alcahueta o «trotaconventos» y recomienda la búsqueda de una «buena medianera» para estas intervenciones.
En ella, la alcahueta Celestina, es uno de los principales personajes que interviene en el trama de los amores de Calisto y Melibea, donde se demuestra entre otros «dimes y diretes» la extrema avaricia que se suele atribuir a todas estas personas dedicadas a estos menesteres.