Según Ruiz Ramón sus piezas navideñas aportan un lenguaje teológico más profundo y conceptuoso, y su estructura es más perfecta, porque los elementos dramáticos están mejor imbricados en la acción.
En cuanto a su teatro religioso, suman un total de tres piezas teatrales sacras.
Esta última pieza, el Auto de la Pasión, es su obra maestra por su realismo y su fuerza patética, y representa un momento capital en la etapa primitiva de la evolución del drama español.
Destaca este auto por su lenguaje de gran plasticidad, expresivo, dinámico y concentrado.
La datación de sus obras es problemática, pero se supone que todas fueron compuestas en torno al año 1500.