Esto produce que el culto cantuariense se traslade a la Península Ibérica, especialmente impulsado por la reina Leonor.[4] Esto solo nos confirma que el templo salmantino sería uno de los primeros erigidos en la península dedicados a este santo.La portada, en la fachada norte, tiene arquivoltas apuntadas sobre columnas esculpidas, añadida en el siglo XVI y el interior sorprende por su absoluta ausencia de ornamentación, aunque hay algunos capiteles de especial relevancia, recordando la escultura del siglo XII.Posteriormente en el siglo XVI se le añadió una torre-pórtico a los pies con portada y campanario.[6] Se observa una primitiva portada románica, formada por dos arquivoltas apuntadas, decoradas con bocel, apoyadas en columnas.Los capiteles con motivos vegetales están rematados con volutas, estas se asemejan a algunas del cimborrio de la Catedral Vieja.[6] El ábside de la capilla mayor está dividido verticalmente en tres paños por pilastras escalonadas que llegan hasta la cornisa.Lo que más llama la atención son los dos arcos ciegos que adornan los tramos rectos exteriores del presbiterio El del muro norte cobija una rosácea de diez pétalos y un disco de radios curvos.Los del central, presentan un bocel vertical entre medias cañas, similares a los de las iglesias zamoranas.[6] En los capiteles del crucero vemos motivos vegetales y otras ornamentaciones animadas de tipo orgánico.Sostiene con una mano a Cristo y con la otra una cesta de frutas, escogiendo dos cerezas, un fruto rojo que nos habla del camino que Cristo elige para consolarnos, el de la Pasión.Durante el siglo XX se realizó una restauración de estilo de la parte exterior del edificio, fácilmente apreciable en la zona del ábside, esta intervención buscaba revertir la reforma realizada en el siglo XVIII, devolviendo la iglesia a su forma primitiva, en concreto se modifican las ventanas del ábside central, que tras la intervención del siglo XVIII tenía forma rectangular, y las de los laterales, que habían quedado cegadas.