[7] Inicialmente, en época griega, el nombre de Italia abarcaba una porción peninsular que cambió a lo largo del tiempo.
[20] Las ciudades romanas de Italia fueron abundantemente embellecidas con teatros, anfiteatros, termas, circos y templos.
[23] La economía italiana floreció: la agricultura, la artesanía y la industria tuvieron un apreciable crecimiento, permitiendo la exportación de bienes en todas las provincias del Imperio.
La población italiana creció también: Augusto ordenó tres censos, para documentar la presencia de ciudadanos varones en Italia.
En 330, Constantino I, trasladó la capital del imperio a Constantinopla, con la corte imperial y la administración económica, así como las estructuras militares (como la Armada romana, que hasta entonces tenía sus flotas en los puertos italianos de Miseno y Rávena).
Posteriormente, Alarico, rey de los visigodos, saqueó la misma Roma en el año 403; algo que no había ocurrido nunca durante siete siglos.
[31] Utilizando como pretexto la sucesión de Teodorico, el emperador Justiniano envió a su general, Belisario, para "reconquistar" Italia.