Entre los antecedentes del bajo eléctrico que eran tocados en posición vertical se encuentra el chitarrone o la tiorba, que, construidos en muy diversas variedades, contaban a veces con dos o más diapasones y un tercero dedicado al registro grave, ya muy similar al bajo eléctrico actual.
Sin embargo el volumen siempre ha sido el principal problema que debían resolver los constructores de estos instrumentos, y la estrategia más obvia para afrontarlo era simplemente elaborar instrumentos cada vez más grandes.
Dobro introdujo por la misma época un instrumento similar, un versión “king-size” de sus famosas guitarras resonadoras.
Su primer prototipo de Contrabajo eléctrico era muy similar a los contrabajos eléctricos que conocemos hoy día, pero cuando Loar presentó su idea a Gibson, ésta no pareció muy interesada y el ingeniero creó su propia compañía, Vivi-Tone para distribuir este y otros instrumentos de su invención.
El principal problema que encontró fue dar con una longitud de escala adecuada para el mástil de su nuevo instrumento, y tras muchos experimentos adoptó la medida que aún hoy permanece como estándar, esto es, 34 pulgadas.
El nombre del instrumento, “Bajo de precisión”, fue debido, al menos en parte, a los trastes que incorporaba, que eliminaban los problemas de entonación tan frecuentes en los contrabajistas y -sobre todo- en los guitarristas no habituados al contrabajo.
Incorporaba una pastilla simple , controles de volumen y tono, un apoyador para la mano (pues Leo pensaba que los músicos usarían el pulgar de la mano derecha de modo natural para pulsar las cuerdas) y dos cubiertas cromadas, una sobre la pastilla (que proporcionaba además protección eléctrica) y otra sobre el puente (que incorporaba apagadores de las cuerdas, pues se suponía que el instrumento debía imitar el punch apagado del contrabajo).
La música popular requería cada vez más volumen, y solo el bajo eléctrico podía ofrecerlo.
Este modelo fue rápidamente adoptado por importantes músicos de sesión, como Joe Osborne quienes, junto a Carol Kaye o Max Bennet estaban ya experimentando con las nuevas posibilidades de ejecución que les ofrecía el nuevo instrumento, más ágil y más versátil que su hermano acústico.
Tras él –y a veces contemporáneamente- emergió una segunda generación de bajistas que exploraron y profundizaron en los caminos abiertos por Jamerson; entre ellos podemos destacar a Chuck Rainey, Donald “Duck” Dunn, Tommy Cogbill, Jerry Jemmott, y sobre todo, por su enorme éxito e influencia, Paul McCartney, el bajista de los Beatles.
Después de él ya todos sabían que existía una cosa llamada “bajo eléctrico”.
Cuando Leo Fender diseñó su Precision Bass daba por sentado que los músicos pulsarían las cuerdas con el pulgar de la mano derecha; Así lo habían hecho, en efecto, los primeros músicos en adoptar el instrumento, como Monk Montgomery, pero cuando guitarristas como Carol Kaye o Joe Osborn comenzaron a usarlo, escogieron la púa, que además le ofrecía una claridad de sonido sin precedentes en el estudio de grabación.
Cuando Jaco Pastorius se autoproclamaba “El mejor bajista del mundo” probablemente no estaba demasiado lejos de la verdad.
El virtuoso Jimmy Johnson ya utilizaba bajo de cinco cuerdas un año más tarde, con afinación BEADG y fabricado por Alembic, mientras Jackson continuaba sus experimentos, primero con el constructor Ken Smith y luego con Vinnie Fodera, porque no estaba satisfecho con los resultados.
La propia Fender, que había establecido el estándar en el bajo eléctrico tardaría años en ofrecer modelos de 5 y 6 cuerdas, pero este vacío lo ocuparían luthieres como Roger Sadowsky o Mike Lull, que ofrecerían copias muy mejoradas de bajos Fender, a menudo con 5 o más cuerdas.
Al mismo tiempo, en los Estados Unidos se iniciaba la investigación en la creación de instrumentos con nuevos materiales alternativos a la madera, como el grafito.
Entre las compañías pioneras en este campo podemos citar a Modulus, Alembic o Steinberger Con la llegada de la música disco, especialmente generosa en lo que respecta al bajo, y la popularización del Reggae y de la Fusión, el bajo eléctrico conoció nuevos territorios, adaptándose a las exigencias de las nuevas músicas al tiempo que definía sus características.