Para ver esas diferencias, consultar el artículo sobre generadores electroquímicos.
Se cree que un ácido común de los alimentos, como el jugo de limón o vinagre, sirvió como un electrolito, sin embargo parece ser que dichos recipientes nunca contuvieron en su interior ningún electrolito (sin el cual no pudieron haber funcionado como baterías).
Las réplicas modernas han producido con éxito corrientes eléctricas, dando crédito a esta hipótesis.
[2] En 1780, Luigi Galvani estaba diseccionando una rana sujeta con un gancho de metal.
El propio Volta verificó experimentalmente esta hipótesis, y la publicó en 1791.
Fue perfeccionada hasta que, en 1800, Volta inventó la primera batería o generador electroquímico capaz de producir una corriente eléctrica mantenida en el tiempo, y por ello fue conocida como pila voltaica.
Estos arcos estaban hechos de dos metales diferentes (por ejemplo, zinc y cobre), soldados entre sí.
Este modelo también demostró ser más eficiente que las pilas originales,[5] aunque no fue tan popular.
[6] A pesar de sus defectos, las pilas de Volta proporcionaban una corriente más permanente que las jarras o botellas de Leyden, e hicieron posibles muchos experimentos y descubrimientos nuevos, como la electrólisis del agua, realizada por primera vez por Anthony Carlisle y William Nicholson (químico).
Esto redujo la resistencia interna del sistema y por lo tanto la batería producía una corriente más intensa.
[9] En la industria del telégrafo, esta batería se montaba a menudo in situ por los propios trabajadores de telégrafos, y cuando se agotaba era renovada mediante la sustitución de los componentes consumidos.
En 1859, Gaston Planté inventó la batería de plomo-ácido, el primer acumulador, o sea, la primera batería que podía recargarse (en realidad, regenerar las sustancias químicas gastadas) haciendo pasar una corriente en sentido inverso a través de ella.
También tenía una resistencia interna muy baja, por lo que una misma batería podía usarse para alimentar múltiples circuitos.
[6] La batería de plomo aún se utiliza hoy en los automóviles y en otras aplicaciones donde el peso no es un factor importante.
Hoy en día las celdas electroquímicas se clasifican como «primarias» si producen una corriente solo hasta que los reactivos químicos se han agotado, y «secundarias», si las reacciones químicas puede ser revertidas mediante la recarga de la célula.
[6] Esta célula consiguió un éxito muy rápido en telegrafía, señalización y timbres eléctricos.
[13] Esto se debía a que ciertas reacciones químicas en la célula aumentaban la resistencia interna y, por tanto, bajaba el voltaje.
A diferencia de las pilas húmedas, la pila seca Gassner era más sólida, no requería mantenimiento, no se derramaba y podría ser utilizado en cualquier orientación.
Fue la primera batería apropiada para el público en general e hizo prácticos los dispositivos eléctricos portátiles.
Paralelamente, en 1887 Federico Guillermo Luis Hellesen desarrolló su propio diseño de pila seca.
Producía mucho más hidrógeno gaseoso cuando estaba cargada, lo que significa que no puede cerrarse, y el proceso de carga era menos eficiente (aunque era más barato).
Nótese que el potasio es un metal alcalino, y de ahí recibe su nombre.
Hasta ese momento, las más duraderas pilas alcalinas eran inviablemente caras.
Se utiliza en audífonos, células fotoeléctricas y relojes de pulsera eléctricos.
[17] Son muy tóxicas y perjudiciales para el ambiente, por contener hasta un 30% de mercurio.
Debido a su toxicidad, ya no está permitida su comercialización,aunque se emplean como celdas de referencia para comparar con las demás pilas.
[17] Tiene buena relación energía-peso y pobres respuestas a baja temperatura.
Las reacciones electroquímicas implicadas en este generador son más complejas que en otros tipos de pilas.
No se puede emplear un electrolito acuoso pues reaccionaría con el litio.
Estas ventajas la han convertido en una batería de elección para los dispositivos electrónicos portátiles, como teléfonos móviles y PDAs, ya que permiten un diseño más flexible y compacto.