Hans Hotter

Cuando el tenor retirado Matthaus Römer (que había sido discípulo del legendario tenor polaco Jean de Reszke y había cantado en Bayreuth en 1909 con Karl Muck) lo escuchó, lo impulso a seguir esta dirección convenciendo a su madre que prefería otra carrera para su hijo.

El joven cantante será llamado al orden por la embajada alemana en Praga cuando trasciende su imitación burlándose de Hitler entre colegas y amigos.

En 1937 cantará Mathis der Maler de Paul Hindemith y obtiene un permiso para cantar fuera del país un concierto Wagner con el director judío Bruno Walter en el Concertgebouw de Ámsterdam, quien lo insta a dejar Alemania pero Hotter imposibilitado de emigrar legalmente y temiendo la ley de "Sippenhaft" (por la cual todos los miembros de la familia debían "responder" por aquel que hubiera desertado del suelo patrio) decide regresar a proteger a su flamante esposa, hijo recién nacido, su anciana madre y un hermano, el teólogo antinazi Karl Hotter, que ya sufría proscripción y posterior persecución por el régimen.

En 1948 Erich Kleiber lo invita al Teatro Colón (Buenos Aires) donde cantará Kurwenal en Tristán e Isolda junto a Kirsten Flagstad, Viorica Ursuleac, Set Svanholm y Ludwig Weber; Gunther en El ocaso de los dioses y Kaspar en Der Freischütz.

Regresa en 1949 como Don Giovanni junto a Hilde Konetzni y Anton Dermota y como Hans Sachs en Los maestros cantores de Núremberg, siempre dirigido por Kleiber.

Canta en los principales teatros de ópera del mundo, a pesar de que tuvo una relación difícil con el director Rudolf Bing del Metropolitan Opera de Nueva York donde debutó en 1950 como el holandés junto a Astrid Varnay.

Permanece con la compañía metropolitana por cuatro temporadas cantando Parsifal, Götterdämmerung, Tristan e Isolda, Don Carlo, Los maestros cantores de Núremberg, Elektra (Orestes) y Salomé (en el debut de Ljuba Welitsch dirigido por Fritz Reiner) totalizando 39 funciones.

En 1952 debutó en el Festival de Bayreuth como Kurwenal dirigido por Herbert von Karajan y como Wotan.

Y habiendo renunciaddo a cualquier efecto expresivo que no fuese indispensable para la necesaria comprensión del asunto, la austeridad que puso en juego fue a la vez intensa y convincente.

Y sí agradecimiento por quienes consiguieron que me enriqueciera en semejante proporción.

En 1996 publicó su autobiografía "Der Mai war mir gewogen", Kindler Verlag, ISBN 3-463-40266-1.