Guerra castellano-aragonesa de 1429-1430

Ello ya lo vio claramente el padre Mariana, aunque luego lo procurara desmentir la historiografía nacionalista castellana del siglo XIX.

Allí se les unieron los grandes castellanos que habían firmado la alianza firmada en Orcilla y todos ellos le exigieron al rey que desterrara de la corte a don Álvaro de Luna.

[6]​ Pocos meses después, el 21 de junio, el rey Juan II ordenaba a los infantes de Aragón don Enrique y don Juan que abandonaran la corte: al primero para que se dirigiera a la frontera con el Reino nazarí de Granada; al segundo para que volviera al Reino de Navarra, pues «non era honra de ningún rey, que otro rey alguno, por muy cercano e debdo que fuese, ficiese morada nin estoviese en otro reino».

«Alongábalo el rey porque no le placía dello», escribe un cronista.

El 29 de mayo tomaba Portillo, un lugar bajo el señorío del conde de Castro, y más tarde ocupaba Medina del Campo, Olmedo y Cuéllar.

Detrás de esta decisión de nuevo se encontraba el valido don Álvaro de Luna, quien en el momento en que el rey castellano vaciló proponiéndose «buscar buenamente la paz en los comienzos» le aconsejó «que acorriese a lo que era más, es a saber, a embargar la entrada de los reyes e que enviase a él con la gente de armas que luego se pudiese haber».

Las fuerzas castellanas atacaron varias fortificaciones fronterizas del reino de Aragón (Monreal, Cetina, Ariza) y del reino de Valencia (Canals, Játiva, y La Font de la Figuera), mientras que un ejército comandado por el conde de Benavente ocupaba las posesiones en Castilla La Nueva y Extremadura del infante don Enrique.

Al mismo tiempo enviaron una embajada al rey Juan II para conseguir una tregua si este se comprometía a devolver a los infantes y a la reina madre Leonor de Alburquerque las posesiones que se habían repartido los magnates castellanos en Medina del Campo.

Como ha señalado Jaume Vicens Vives, «la tenacidad de don Álvaro se impuso a las demandas aragonesas por la misma causa que cinco años antes, en Torre de Arciel, Castilla había claudicado ante Aragón: por la superioridad del ejército que respaldaba las negociaciones de paz».

El infante don Pedro fue entregado al rey de Portugal, que había actuado como mediador, y los dos hermanos zarparon de Lisboa en 1432 rumbo a Valencia para después dirigirse a Italia, donde se encontraba el rey aragonés Alfonso el Magnánimo.

Representación heráldica ecuestre del rey de Aragón («Le Roy | d’Aragon») Alfonso V el Magnánimo con el señal real en sobreveste y gualdrapas del caballo en el Armorial ecuestre del Toison d'Or . París, Bibliothèque de l’Arsénal, ms. 4790, f. 108r, miniatura n.º 228. [ 1 ]
Escudo de armas adoptado por el rey Juan II de Castilla .