Siguieron combates en la zona fronteriza entre Castilla y Aragón, hasta que Alfonso V se vio agotado por la guerra, iniciándose las negociaciones.
[5] Como ha señalado Jaume Vicens Vives, «la tenacidad de don Álvaro se impuso a las demandas aragonesas por la misma causa que cinco años antes, en Torre de Arciel, Castilla había claudicado ante Aragón: por la superioridad del ejército que respaldaba las negociaciones de paz».
[6][7] Por su parte José María Lacarra señala que «en Majano don Álvaro triunfó en toda línea, y para nada se habló de las posesiones de don Juan en Castilla.
Tan sólo, a modo de consolación, se acordó que una comisión arbitral de catorce miembros, siete por cada parte, estudiarían las reclamaciones y cuestiones pendientes».
El infante don Pedro fue entregado al rey de Portugal, que había actuado como mediador, y los dos hermanos zarparon de Lisboa en 1432 rumbo a Valencia, para después dirigirse a Italia, donde se encontraba el rey aragonés Alfonso el Magnánimo.