Al año siguiente, el cónsul romano Cneo Papirio Carbón guio las legiones a Nórico y después de realizar una impresionante demostración de fuerza, ocupó una importante posición defensiva y exigió a los cimbrios abandonar la provincia inmediatamente.Durante el mismo año, también vencieron a otro ejército romano en Burdigala (actual Burdeos), muriendo en combate su comandante y también cónsul, Lucio Casio Longino Ravila.Cada cónsul guio sus legiones por cuenta propia hacia el río Ródano, a su paso por Orange, y situaron su campamento en orillas opuestas.Los dos comandantes romanos desconfiaban entre sí, por lo que sus ejércitos, en vez de actuar como una fuerza abrumadora en la misma dirección, serían entidades independientes separadas por cimbrios, teutones y sus aliados.Para cimbrios y teutones supuso una gran triunfo, pero al no aprovecharlo, sembraron las semillas de su destrucción.Posiblemente también, ellos podrían haber tenido numerosas bajas, sintiendo que no eran todavía una fuerza lo suficientemente fuerte como para luchar con los romanos en sus tierras.Así pues, con estas desventajas tácticas que les hacen basarse en la superioridad numérica y en su propio valor, consiguieron la victoria aprovechándose de los errores cometidos por los comandantes romanos.El terror cimbrio se presentía en las calles, los romanos esperaban que los bárbaros llegaran a sus puertas en cualquier momento.Hasta ese momento, el ejército estaba formado obligatoriamente por romanos de buenas raíces y con posesiones de tierra, pues creían que el mejor soldado era aquel cuyo honor y capital estuviera en juego ante cada peligro que tuviera Roma.Además, una de sus costumbres consistía en no quedarse en el lugar donde hubieran tenido que luchar por su posesión.Cada grupo tenía el tamaño suficiente para ser una terrible amenaza para los romanos, pero no tan grande como para volverse ingobernable, ya que los pasos de los Alpes eran estrechos y dificultosos.En el 102 a. C., Mario estaba preparado para enfrentarse a los teutones, que mientras tanto habían estado saqueando Massilia (la actual Marsella).Una vez que éstos picaron el anzuelo, una fuerza compuesta por cinco cohortes formada por los legionarios más fuertes, que previamente había escondido Mario en un bosque cercano, cayeron por la espalda del enemigo, capturando a su rey Teutobod y masacrando a los germanos.Cátulo, como había previsto Mario, estaba acampado en un emplazamiento pésimo, un estrecho valle fácilmente rodeable, donde solo era cuestión de tiempo que los germanos, muy superiores numéricamente, los encerraran y masacraran.Sila causó un motín entre los centuriones, consiguiendo que Cátulo entrara en razón y retrocediera hacia posiciones más favorables sin presentar combate.Sería en Vercellae, cerca del río Sesia, donde Mario volvería a demostrar la superioridad de las nuevas legiones y caballería romanas.En un último episodio de esta cruenta guerra, las mujeres cimbrias mataron a sus hijos y se suicidaron para evitar una vida en esclavitud.Un pequeño grupo remanente de cimbrios y teutones siguieron conviviendo en Jutlandia por lo menos hasta el siglo I, aliados con los boios.Y serían también los germanos los que acabarían con el imperio de la ciudad eterna, algunos siglos más tarde.
El águila romana, emblema que debía cuidar cada legión.