Batalla de los Vosgos (58 a. C.)

Después de que este noble fuera ejecutado por su propia gente por intentar restaurar la monarquía, otras tribus se sublevaron contra los arvernos, estallando una guerra entre estos y los eduos.[7]​ Hacia 60 a. C., los eduos sufrieron una derrota devastadora en Magetóbriga, cerca de la actual Amage, donde perdieron todos sus nobles, senadores y caballeros.[21]​ El procónsul también entendía el peligro de seguir permitiendo que masas de germanos entraran en la Galia, pues podrían seguir a la Narbonense y la misma península itálica, como había sucedido con los cimbrios y teutones.[23]​ La respuesta del germano fue que si César deseaba algo de él, debía acudir a su presencia.[27]​ La respuesta de Ariovisto fue inmediata, le desafió a luchar donde quisiera, recordándole que sus guerreros jamás habían sido vencidos.[30]​ César decidió avanzar contra sus enemigos antes de que se sumaran esos refuerzos,[29]​ procurándose los suministros necesarios lo antes posible.[32]​ El procónsul no podía conceder esa ventaja al enemigo, por lo que apresuró a sus soldados con marchas nocturnas y logró llegar primero, haciéndose con todo lo útil para su campaña e instalando una guarnición.[34]​ Durante la estancia en Vesontio, los guerreros galos informaron a los legionarios que los germanos eran muy altos, valientes, muy diestros con los brazos y capaces de asustarlos con la mirada.[38]​ Este temor se lo transmitieron al resto del ejército, incluso a los veteranos centuriones y legionarios.[51]​ César habló primero, recordándole a su rival los beneficios que le habían supuesto ser amigo de Roma durante los años anteriores.[65]​ El ejército romano se componía de 6 legiones[2]​ (aunque César debió dejar guarniciones en el camino)[1]​ apoyadas por 20 000 tropas aliadas según Apiano,[66]​ incluyendo 4000,[67]​ quizás 6000,[1]​ jinetes eduos (cifras del comienzo de la campaña contra los helvecios).[3]​ Su compatriota, Walter Krüger, estima que al iniciar su migración a la Galia, los germanos formaron en dos grandes huestes.[74]​ El procónsul debía atacar, no podía esperar demasiado por las continuas dificultades para abastecerse, dependiendo de unos aliados celtas poco fiables.[78]​ Así ordenó a su ejército en tres líneas: dos para defender al tercero, que estaba fortificando el nuevo campamento.[80]​ Tras acabarlo, dejó dos legiones y parte de los auxiliares mientras volvía con el resto del ejército al campamento principal.[89]​ César dirigió sus fuerzas en el ala derecha, porque sabía que esa contraparte de la línea enemiga era muy débil.[90]​ Pero los germanos cargaron tan rápido que no dieron tiempo a los legionarios de arrojar sus pila (jabalinas), quienes las dejaron en el suelo y desenvainaron sus gladius (espadas).[96]​ Los vencidos fueron masacrados por la caballería romana cuando intentaron cruzar el Rin en cualquier bote que encontraban o nadando.[100]​ Nunca más vuelve a ser mencionado, pero se especula que debió morir por sus heridas poco después.[107]​ Los demás suevos, aquellos que acababan de cruzar el Rin, dieron media vuelta pero fueron atacados por los ubios, muriendo muchos.[110]​ Tuvo reuniones con distinguidos políticos durante aquella temporada y los ayudó en lo que le pedían,[111]​ también compró en secreto la voluntad de muchos ciudadanos con el botín conseguido.[127]​ Muchos murieron a manos de los romanos y otros se ahogaron intentando cruzar el río.
Mapa de la campaña de César en 58 a. C. En amarillo, el territorio propiamente romano. En verde, las tribus celtas, en naranja, las germánicas y en púrpura, las aquitanas.
Mapa de los movimientos previos a la batalla.
Mapa del desarrollo de la batalla.