Después de que este noble fuera ejecutado por su propia gente por intentar restaurar la monarquía, otras tribus se sublevaron contra los arvernos, estallando una guerra entre estos y los eduos.[7] Hacia 60 a. C., los eduos sufrieron una derrota devastadora en Magetóbriga, cerca de la actual Amage, donde perdieron todos sus nobles, senadores y caballeros.[21] El procónsul también entendía el peligro de seguir permitiendo que masas de germanos entraran en la Galia, pues podrían seguir a la Narbonense y la misma península itálica, como había sucedido con los cimbrios y teutones.[23] La respuesta del germano fue que si César deseaba algo de él, debía acudir a su presencia.[27] La respuesta de Ariovisto fue inmediata, le desafió a luchar donde quisiera, recordándole que sus guerreros jamás habían sido vencidos.[30] César decidió avanzar contra sus enemigos antes de que se sumaran esos refuerzos,[29] procurándose los suministros necesarios lo antes posible.[32] El procónsul no podía conceder esa ventaja al enemigo, por lo que apresuró a sus soldados con marchas nocturnas y logró llegar primero, haciéndose con todo lo útil para su campaña e instalando una guarnición.[34] Durante la estancia en Vesontio, los guerreros galos informaron a los legionarios que los germanos eran muy altos, valientes, muy diestros con los brazos y capaces de asustarlos con la mirada.[38] Este temor se lo transmitieron al resto del ejército, incluso a los veteranos centuriones y legionarios.[51] César habló primero, recordándole a su rival los beneficios que le habían supuesto ser amigo de Roma durante los años anteriores.[65] El ejército romano se componía de 6 legiones[2] (aunque César debió dejar guarniciones en el camino)[1] apoyadas por 20 000 tropas aliadas según Apiano,[66] incluyendo 4000,[67] quizás 6000,[1] jinetes eduos (cifras del comienzo de la campaña contra los helvecios).[3] Su compatriota, Walter Krüger, estima que al iniciar su migración a la Galia, los germanos formaron en dos grandes huestes.[74] El procónsul debía atacar, no podía esperar demasiado por las continuas dificultades para abastecerse, dependiendo de unos aliados celtas poco fiables.[78] Así ordenó a su ejército en tres líneas: dos para defender al tercero, que estaba fortificando el nuevo campamento.[80] Tras acabarlo, dejó dos legiones y parte de los auxiliares mientras volvía con el resto del ejército al campamento principal.[89] César dirigió sus fuerzas en el ala derecha, porque sabía que esa contraparte de la línea enemiga era muy débil.[90] Pero los germanos cargaron tan rápido que no dieron tiempo a los legionarios de arrojar sus pila (jabalinas), quienes las dejaron en el suelo y desenvainaron sus gladius (espadas).[96] Los vencidos fueron masacrados por la caballería romana cuando intentaron cruzar el Rin en cualquier bote que encontraban o nadando.[100] Nunca más vuelve a ser mencionado, pero se especula que debió morir por sus heridas poco después.[107] Los demás suevos, aquellos que acababan de cruzar el Rin, dieron media vuelta pero fueron atacados por los ubios, muriendo muchos.[110] Tuvo reuniones con distinguidos políticos durante aquella temporada y los ayudó en lo que le pedían,[111] también compró en secreto la voluntad de muchos ciudadanos con el botín conseguido.[127] Muchos murieron a manos de los romanos y otros se ahogaron intentando cruzar el río.