Batalla del río Áxona
Los belgas, guiados por el rey Galba de los suesiones atacaron, solo para ser rechazados por César.En el invierno del 58-57 a. C., el procónsul Julio César escuchó rumores que indicaban la disposición de los belgas para atacar a los romanos a través de cartas del legado Tito Labieno.[4] Las numerosas tribus belgas[5] temían que César marchara contra ellos y por eso formaron una gran alianza.[16] Los aliados atacaron un oppidum (villa fortificada) de los remos ubicado cerca del Áxona llamado Bibrax durante todo un día.[17] Se reunieron en gran número alrededor del oppidum y empezaron a arrojarle piedras.[19] La noche puso pausa a la batalla, y el jefe de la fortaleza, un noble remo llamado Iccio, envió un mensajero a César pidiendo socorro pues tendría que rendirse de no ser salvado.[43] Los belgas iniciaron su retirada durante la noche pero en desorden, con cada tribu deseando seguir su propio camino para volver a sus hogares.Tan precipitada fue la partida belga de su campamento, que parecía en gran medida como una retirada presa del pánico para las fuerzas romanas.[44] Sin embargo, conforme César era para entonces ignorante de su razón para marcharse, decidió no perseguirlos inmediatamente, por miedo a una emboscada.