A su muerte sin descendencia se produjo un pleito por la sucesión del ducado, que se resolvió con el paso de Gandía a Hugo de Cardona y Gandía.
En 1433 lo recibe el infante Juan, que lo cedió en 1439 a su hijo, el príncipe Carlos de Viana.
Quedaron así sus títulos incorporados a la Casa de Osuna.
Murió rodeado de lujo, a pesar de estar casi en la miseria, dejando sus propiedades embargadas y con enormes deudas a su sucesor en el título.
Al no tener hijos, sus títulos fueron repartidos entre sus familiares más cercanos.