Entre tanto Paolo da San Leocadio pintaba las hermosísimas tablas del "Retablo de los Siete Gozos" y las ensamblaba en un maderamen gótico ejecutado por Damià Forment, quien a su vez colocaba -presidiendo dicho retablo- una bellísima talla policromada de Santa María.
En el último tercio del XVIII se intentó transformar todo el interior, siguiendo las normas del más puro estilo clasicista, pero -afortunadamente y por causas así de índole arquitectónica como económica- el proyecto de reconversión al nuevo estilo no se llevó a efecto y la iglesia siguió ostentando el diseño original, su estilo natural y propio, el gótico.
En 1836, como consecuencia de la Desamortización, fue confiscado el patrimonio colegial y el templo funcionó como simple iglesia parroquial.
Pero había otras muchas obras de arte: cruces procesionales, cálices, custodias, relicarios, lámparas, ornamentos litúrgicos..., por no hablar de retablos, tallas, lienzos..., del riquísimo archivo general o del archivo coral.
Del archivo musical se salvó el famoso Cancionero, actualmente en la Biblioteca de Cataluña.
Reconstruido en 1776 bajo la dirección del monje Onofre Trotonda, por un terremoto en 1723 que le hizo bastante daño.
Hay pilastras toscanas adosadas al muro, con una decoración de triglifos en la metopa.
El tercer cuerpo tiene cuatro ventanales de medio punto para las campanas menores.
Finalmente, la torre se remata por un pequeño cupulín (cuarto cuerpo) destinado a las campanas horarias.
Las campanas Se distinguen por estar dispuestas en varios cuerpos de la torre según su función.