Esta extensa región se articula en dos grandes zonas: el Alto Tajo-Alto Jalón, con la que se vincula el valle del Jiloca, y el Alto Duero, cada una con su propia personalidad, pero con importantes puntos de contacto entre ellas.Un nuevo período se desarrolla a partir del siglo V a. C., durante el cual se pone de manifiesto variaciones regionales que permiten definir grupos culturales vinculables, a veces, con los populi conocidos por las fuentes históricas.Los ajuares de estos cementerios, adscritos a los momentos iniciales del Celtibérico Pleno, muestran una sociedad fuertemente jerarquizada, en las que las tumbas de mayor riqueza se vincularían con grupos aristocráticos.Durante este período se produce la celtiberización de determinadas zonas adyacentes a los territorios nucleares del Alto Tajo-Alto Jalón-Alto Duero, que al final de esta fase, presentan características uniformes con el resto del territorio celtibérico.En estos productos artesanales, como bronces y cerámicas, están fuertemente influidos por los íberos, lo que le otorga una indudable personalidad dentro del mundo céltico al que pertenecen estas creaciones, evidenciándolo sus elementos estilísticos e ideológicos.Asistimos a un proceso de ordenación jerárquica del territorio, en el que el carácter urbano de los oppida se define por su significado funcional más que por el arquitectónico, aunque existían edificios públicos.Son centros que acuñan moneda con su nombre, de plata los más importantes, y son la expresión de una organización social más compleja, con senado, magistrados y normas que regulan el derecho público.Fue una idea común que la conquista significó, bajo el punto de vista del poblamiento, un cambio sustancial, en el sentido del abandono de los emplazamientos defensivos por otros en el terreno, o cuanto menos, en zonas menos elevadas.El celtibérico, fue una lengua indoeuropea perteneciente a la subfamilia celta, con ciertos rasgos arcaicos, emparentado con el galo y el lepóntico.La escritura celtibérica presenta ciertas particularidades en la forma de representar las nasales, que permiten diferenciar con claridad dos variedades epigráficas, cuya distribución viene a coincidir con la tradicional división interna de la Celtiberia histórica.Las téseras, en escritura ibérica o latina, constituyen el tipo de documento celtibérico más interesante, remitiendo a una institución tan típicamente indoeuropea como el hospitium.La mayor parte están realizadas en bronce aunque también se conoce alguna en plata, presentan figuras zooformas, siendo la más representada el jabalí, apareciendo también toros, aves de distinto tipo, peces, delfines.Igualmente se usan figuras geométricas, manos entrelazadas o, incluso, una cabeza humana, existiendo también sencillas placas cuadrangulares.
Reconstrucción de una tumba túmulo-cista en la necrópolis de Herrería I