Fueron mencionados por Hecateo de Mileto, Heródoto, Estrabón, Avieno y Diodoro Siculo citándolos con estos nombres (al menos desde el siglo VI a. C.): elisices, sordones, ceretanos, airenosinos, andosinos, bergistanos, ausetanos, indigetes, castelanos, lacetanos, layetanos, cossetanos, ilergetas, iacetanos, suessetanos, sedetanos, ilercavones, edetanos, contestanos, oretanos, bastetanos y turdetanos.Curiosamente, los griegos también llamaban iberos a un pueblo de la actual Georgia, conocido como Iberia caucásica.Apiano habla de pueblos y ciudades, aunque ya habían desaparecido en su época.Pero es sobre todo en la numismática y en la escritura celtíbera (adopción del signario ibérico) donde más se deja notar su influencia.Con respecto a las bases iniciales sobre los que los influjos orientalizantes sentarían el origen de la cultura ibérica, se distinguen tres sustratos o áreas: Tartesos, Bronce Final Valenciano-Argárico y Campos de Urnas del Noreste peninsular[14].Las inscripciones más antiguas de esta lengua se datan a finales del siglo V a. C. y las más modernas (ánforas halladas en Vieille-Toulouse, Haute-Garonne)[16] hacia la primera mitad del siglo II a. C. Los textos en lengua ibera se saben leer razonablemente bien, gracias al desciframiento del alfabeto por Gómez-Moreno pero en su mayor parte son incomprensibles, puesto que la lengua íbera es un idioma sin parientes suficientemente cercanos de su época que sean comprensibles, para haber sido útil para la traducción de textos.La escritura meridional se utilizó en la Alta Andalucía y en el sureste, incluida la Contestania, persistiendo hasta época romana temprana.Una pregunta interesante se plantea en relación con qué estratos sociales conocían y utilizaban la escritura.Sin embargo, las diversas propuestas de traducciones basadas en el euskera no han resultado consistentes gramaticalmente, ni permiten traducir las inscripciones.(Se entiende como contexto favorable textos comerciales o dados con signos acrófonos representando el inicio de la palabra de cada numeral del uno al seis) Se ha propuesto (pero no demostrado aún) coincidencias en el sistema para construir números elevados, como por ejemplo: abaŕ-ke-bi --- hama.bi 'doce' (10+2) oŕkei-(a)baŕ-ban -- hogei.ta.(ha)maika treinta y uno (20+11) El origen del sustrato cultural local que ejerció influencia en los iberos se remonta, cuando menos, al primer Neolítico mediterráneo: la cultura agro-pescadora de la cerámica impreso-cardial, que se extendió desde el Adriático hacia occidente, influyendo intensamente en los aborígenes paleolíticos y asimilando todas las regiones costeras del Mediterráneo occidental en el V milenio a. C. Hacia el 2600 a. C. se desarrolla en Andalucía oriental la civilización calcolítica, que se aprecia en los yacimientos de Los Millares (Almería) y Marroquíes Bajos (Jaén), estrechamente relacionados con la cultura portuguesa de Vila Nova y quizás (no probado) con alguna cultura del Mediterráneo oriental (Chipre).Hacia 1300 a. C., coincidiendo con la invasión del noroeste peninsular por pueblos indoeuropeos,[cita requerida] El Argar, que bien pudo haber sido un estado centralizado, da paso a una cultura «post-argárica», de villas fortificadas independientes, en su mismo ámbito.Serán influenciados por las culturas fenicia y griega, indirectamente, a través de sus relaciones con los pueblos íberos.También fundaron otras colonias, principalmente en el suroeste peninsular, como Toscanos (Torre del Mar), Malaka (Málaga), Sexi (Almuñécar) o Abdera (Adra), en Almería.Los griegos focenses, procedentes del Asia Menor, fundaron asentamientos en la costa nordeste mediterránea, como (Marsella); posteriormente Rhode (Rosas), en el golfo de Rosas y Emporion (Ampurias), en la península; también núcleos comerciales, más o menos estables, como Hemeroscopio, Baria (Villaricos), Malaka, Mainake, Salauris, Portus Menesthei, Callipolis y Alonis.[nota 1] Los cartagineses[20] eran un pueblo de origen fenicio que se estableció en Cartago Qart Hadašt (en el actual Túnez).A raíz de la enorme deuda que contrajeron con Roma en la primera guerra púnica, Cartago emprendió la conquista de las regiones mediterráneas de la península ibérica para crear un nuevo imperio cartaginés; Amílcar Barca desde Cádiz, su única plaza, comenzó la invasión del valle del río Betis, cuyos reyezuelos se entregaron por la fuerza o la diplomacia, uniéndose al ejército invasor.Durante esta época destacaron Istolacio, y su hermano Indortes, generales celtas de los ejércitos mercenarios (Diodoro 25.[21] Roma decidió conquistar la península ibérica por la gran cantidad de recursos que poseía y su valor estratégico.Los pueblos que habitaban estas zonas, ofrecieron gran resistencia, como la revuelta íbera (197-195 a. C.), los guerrilleros lusitanos con Viriato y los numantinos con jefes celtíberos como Retógenes el Caraunio (App.También tenían gran importancia la casta sacerdotal,[cita requerida] en la que las mujeres, como se observa en los túmulos funerarios, eran el vínculo de la vida y la muerte.Finalmente estaba el «pueblo llano», gente de distintos oficios que se dedicaban a los trabajos más duros.La caza, parece haber tenido una cierta importancia, según se deduce de su frecuente representación en la cerámica pintada, aunque quizá más como actividad social que económica.Desde los primeros descubrimientos se han planteado entre los especialistas diversas hipótesis respecto a su origen.Las diferentes influencias se ven reflejadas en las obras, algunas de estilo más orientalizante (Pozo Moro), con posibles influjos sirio-hititas, y otras de aspecto más jónico (Cerrillo Blanco, Porcuna), con algunas evocaciones del arte chipriota y etrusco.Sin duda fue una obra encargada por la jerarquía ilicitana para contener los restos incinerados de una mujer poderosa en el hueco que muestra en la espalda.Algunas de las deidades que se han identificado en el área íbera son Betatun y Netón.No se sabe mucho más, ya que ha perdurado escasa información sobre estos asuntos.En algunos funerales se peleaba sobre la propia tumba hasta la muerte, como en el entierro de Viriato.Las zonas que mejor se conocen son las del Alto Guadalquivir y del río Segura, donde se distinguen tres tipos de poblados: Las ciudades iberas podían estar construidas junto a cerros, en lugares estratégicos, controlando las vías de paso, lo que les daban una importante ventaja frente a los enemigos; solían estar circundadas por muros de piedra y adobe, sobre los que se disponían torres de vigilancia y las puertas a la ciudad.
Jinete ibero del siglo
III
a. C. Parte del grupo A del llamado
Relieve de
Osuna
(Sevilla). M.A.N., Madrid.
Recreación de guerreros íberos de los siglos siglo
VI
a. C. y
III
a. C. Los
historiadores romanos
de la época relatan que los guerreros íberos vestían indumentaria roja y blanca y portaban una
falcata
como arma.