Con anterioridad, en la Edad del Bronce, ya habían existido asentamientos humanos en la misma zona.
Las características geográficas le situaban al abrigo de los climas rigurosos, próximo al río Vinalopó y en una zona, entonces, de bosque mediterráneo y recursos hídricos suficientes, abundante en caza menor.
Se conoce su esplendor en el siglo I d. C., con distintas villas romanas en su zona de influencia y otros asentamientos menores en el valle del vinalopo.
La actividad económica se fortaleció en dos terrenos: la producción cerámica, con intercambios datados en la actual Italia, Francia y norte de África, y el esparto, que permitió un amplio desarrollo de la cestería.
Paralelamente, las villae romanas del valle se expanden acogiendo a distintas familias.