Conflicto diplomático entre España y Marruecos de 2007

[1]​[2]​ Tras comunicar la llamada a consultas del embajador, el portavoz del Gobierno marroquí manifestó: «la pelota está en el campo de España y esperamos que este país tenga en consideración los sentimientos del pueblo marroquí y el interés de las relaciones bilaterales y de cooperación».

Durante esos días continuaron las declaraciones contrarias a la visita por parte de las autoridades marroquíes.

El día anterior, el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, había comunicado tal circunstancia al líder de la oposición, Mariano Rajoy, durante un acto oficial, a lo que Rajoy manifestó su satisfacción.

Los reyes de España no habían visitado Ceuta ni Melilla en todo su reinado.

[4]​ El día 5 de noviembre el rey y la reina de España permanecieron cinco horas en Ceuta, donde intervinieron ante la Asamblea de la ciudad autónoma, donde el monarca manifestó que «tenía un compromiso pendiente con Ceuta, con los ceutíes y con sus autoridades, pero también con nosotros mismos como Reyes que se deben, ante todo, a todos los españoles».

No hizo mención expresa a Marruecos, aunque manifestó que «España desde el respeto mutuo cultiva relaciones de sincera amistad con sus vecinos».

[7]​ Entre los acusados se encuentran Dris Basri, exministro del Interior, y el general Housni Benslimane.

La figura del líder de la UCIDE en Ceuta, Laarbi Maateis, es relacionada por Marruecos con movimientos islamistas radicales.

Por su parte, Laarbi Maateis negó cualquier vinculación con movimientos integristas, indicando que ningún miembro del Tablig había sido jamás detenido ni señalado como sospechoso de vinculación con el yihadismo.

Indicó también no entender la acusación «porque el rito malekita se practica tanto aquí como en el resto de España como en Marruecos y nadie ha intentado cambiar eso, sobre todo porque nos parece que es lo mejor para la ciudad».

Abbas el Fassi, sin embargo, manifestó en ese momento a la prensa española que no habría medidas coercitivas y que el conflicto «debe de ser abordado con inteligencia, respeto mutuo, concertándose y dialogando».

[16]​ Por su parte Elena Valenciano, secretaria de Relaciones Internacionales del PSOE, había subrayado que la visita se enmarcaba en «la más absoluta normalidad institucional».

[22]​ En el Parlamento de Marruecos, distintos diputados consideraron la visita como una «provocación grave», reclamando más firmeza a su ejecutivo.

[23]​ Por su parte, el subsecretario del mismo partido (Justicia y Desarrollo) Daubi Lasset declaró que esta situación provocaría un aumento de las posiciones extremistas en España y Marruecos que lamentaba, haciendo alusión al peligro de cómo sería entendida la visita por parte los terroristas de Al Qaeda cuando recientemente habían llamado a golpear los intereses occidentales en Marruecos por sus aproximaciones a Europa.

[32]​ La caravana, formada por unas doscientas personas, de las que cien (cincuenta según otras fuentes)[33]​ llegaron frente al islote Perejil, reivindicaron la soberanía sobre Ceuta y Melilla.

Los organizadores justificaron la escasa presencia porque el acceso era difícil y los marroquíes se encontraban ocupados en las compras para la Fiesta del cordero.

[38]​ Libération consideraba que la visita era «inaceptable», culpando al presidente del Gobierno español.

En la misma línea se manifestaron Le Matin du Sahara et du Maghreb, que puso en relación la visita con el XXII aniversario de la marcha verde; L'Opinion culpaba también al presidente español y Al Bayane reivindicaba la antigua propuesta de Hassan II de crear una comisión bilateral que trate el problema al tiempo que proclamaba que «ni el pueblo admitirá jamás una política colonialista de hechos consumados».

También pidió que, de fructificar la iniciativa, el Gobierno «no utilice electoralmente la vuelta del embajador».

Juan Carlos I y Sofía.
Mohamed VI.