Concierto para piano n.º 4 (Beethoven)

[3]​ La primera interpretación se realizó en un concierto privado en marzo de 1807 en la casa del príncipe Joseph Franz von Lobkowitz en Viena, con el compositor al piano.

[8]​ Nadie recibió más dedicatorias por parte del maestro alemán que Rodolfo, a quien le dedicó la Sonata para piano "Les adieux", la Sonata Hammerklavier, los Conciertos para piano n.º 4 y n.º 5, el Trío Archiduque y la Missa Solemnis.

El piano solista inicia el movimiento tocando sin acompañamiento acordes simples en la tónica antes de modular a la dominante.

Cabe señalar que en el Concierto para piano n.º 9 "Jeunehomme", K. 271 de Mozart el solista interrumpía sorpresivamente a la orquesta en el segundo compás.

Esto genera un cambio a un acorde de tercera que se revela en sí como un motivo del movimiento.

Sin embargo, en su propio concierto la yuxtaposición de furiosos estallidos de la orquesta mediante unas implacables cuerdas que suenan al unísono forte y staccato, con la conciliadora respuesta legato en suaves acordes del piano con el pedal "suave" pisado todo el tiempo, no tenía precedentes.

Una confrontación tan palpable no era la norma en los conciertos, como tampoco lo fue la claudicación final de la orquesta.

Vivace, retoma la tonalidad inicial, el compás es 2/4 y responde a una típica forma rondó.

Se oyen por primera vez trompetas y percusión, como si celebrasen la victoria del piano sobre la orquesta en el movimiento anterior.

La coda, con la indicación Presto, es tan centelleante como ninguna otra música que Beethoven hubiera escrito jamás.

Numerosos compositores e intérpretes han escrito sus propias cadencias para este concierto, como el propio Beethoven, Eugen d'Albert, Hans von Bülow, Ferruccio Busoni, Samuil Feinberg, Leopold Godowsky, Wilhelm Kempff, Nikolai Medtner, Ignaz Moscheles, Anton Rubinstein, Johannes Brahms, Clara Schumann, Camille Saint-Saëns, o Glenn Gould.

Los pianistas solistas y su público tardaron más en aceptar este cuarto que los demás conciertos de Beethoven.

Por su parte, a Felix Mendelssohn le encantaba, y lo interpretó en su último concierto en Londres en 1846.

Beethoven en 1804.
Portada de la primera edición.
Archiduque Rodolfo, dedicatario de la pieza.