Pedal (piano)

Pero en épocas anteriores se experimentó mucho, con registros de laúd, fagot y otros efectos incluso más extravagantes, no siendo raro encontrar pianos antiguos con más de cuatro pedales.

[1]​ Existen otros instrumentos musicales que también presentan pedales, como son por ejemplo la celesta, el vibrafón, el clavecín, los timbales modernos o el arpa, todos ellos con diferentes funciones.

El resultado sonoro es, por un lado, una reducción en el ataque y, al mismo tiempo, la cuerda que no es golpeada vibra por simpatía, produciendo una diferencia en la fase de la vibración, lo que en términos generales se traduce no en una reducción de la intensidad (como en el pedal izquierdo de los pianos verticales), sino en una modificación del timbre.

El efecto se consigue pulsando primero las notas deseadas y después mantener pulsado el pedal mientras mantenemos las notas pulsadas; una vez hecho esto estas notas permanecerán sonando sin verse alteradas por las que se toquen después, a diferencia del pedal de resonancia que las va sumando.

Al pulsarlo el mecanismo acerca los macillos a las cuerdas, con lo que, a menor distancia para percutir, menor aceleración al pulsar la tecla, con lo que sencillamente se reduce el volumen sonoro.

Tres pedales de un piano de cola.