Missa Solemnis (Beethoven)

[cita requerida] Esta obra no se interpreta en directo con frecuencia, ya que su dificultad para los cantantes del coro es extrema.

El término sinfónico coral nunca quiere decir operístico en Beethoven, quien sentía desprecio por el curso que la música sacra había tomado y consideraba que solo la música de los viejos maestros (Palestrina, Bach y Händel) podía expresar un sentimiento religioso honesto.

Sin embargo, no fue imitando a dichos maestros ni recurriendo a sus dos obras sacras previas como resolvería la composición de esta pieza: Beethoven pretendía crear un estilo moderno y verdaderamente religioso, y su enorme genio le permitió triunfar en dicha empresa.

Compuso la parte coral en un estilo comparable al de Händel o Palestrina, acompañándola con una escritura sinfónica como vehículo y no un mero soporte armónico para los textos latinos.

Así pues, encontramos toda la orquesta marcada con un triple fortissimo al inicio del Gloria.

Más adelante hay un presto, que Bruno Walter señalaba como la única aparición de este tempo en una misa.

El Credo, al igual que el Gloria, suele ser una desorientadora y loca carrera a través del texto.

[cita requerida] Hasta el "Benedictus" del Sanctus, la Missa Solemnis es de proporciones clásicas relativamente normales.

Pero, tras un preludio orquestal, un violín solista entra en su registro más alto simbolizando al Espíritu Santo que desciende a la Tierra.

Comienza entonces la música más trascendentalmente hermosa de la misa, en una extensión del texto notablemente larga.

[cita requerida] Un arreglo de la súplica "miserere nobis" ("ten piedad de nosotros"), que comienza con las voces masculinas solas en si menor, deja paso a una oración en un brillante re mayor "dona nobis pacem" ("danos la paz") en un modo pastoral.

Incluso señaló en la partitura que el "Agnus Dei, qui tollis peccata mundi" debía cantarse "nerviosamente".

Retrato de Beethoven trabajando en la Missa solemnis de Joseph Karl Stieler
Manuscrito de la Missa solemnis .