Otto Klemperer

[3]​ Con Pfitzner terminó sus estudios en Berlín y también le siguió como director de orquesta durante tres años en Estrasburgo, que por entonces pertenecía a Alemania.

Consecuentemente, Klemperer necesitó una y otra vez fases más o menos prolongadas de clarificación filosófica.

[4]​ Las diferencias con Hans Pfitzner fueron compensadas por la cercanía que el director alemán siempre sostuvo con Gustav Mahler.

Klemperer nunca se sintió una “figura”, sino que más bien encarnaba a un tipo áspero e inmanejable cuyas características específicas no estaban dirigidas tanto hacia el éxito como a su autorrealización artística.

Entre 1931 y 1933, Klemperer trabajó junto a Erich Kleiber en la Ópera del Estado de Berlín.

Se recuerdan sus interpretaciones de Lohengrin, Fidelio, El holandés errante y La flauta mágica.

Los tempi de sus versiones muestran a veces una lentitud que quizá pueda sorprender si se piensa que en su juventud Klemperer había sido un director fogoso y amante de la vanguardia.

El estilo de su interpretación, frenético y sólido a partes iguales, trascendía la nueva objetividad hasta alcanzar un utópico subjetivismo en el que lo individual se encuentra siempre iluminado por lo general.

[2]​ Entre sus numerosas grabaciones pueden destacarse: Era conocido por su fuerte carácter y también por su humor ácido.

Pese a haber sufrido varios infartos, continuó dirigiendo hasta una edad muy avanzada, con la mitad del rostro paralizado.

Tumba de Klemperer en el cementerio judío de Oberer Friesenberg en Zúrich.