Recibió educación musical desde muy pequeño con Josef Rheinberger, Max von Schillings, Conrad Ansorge y Felix Mottl, desarrollando un temprano amor por la música de Beethoven, compositor al que permaneció estrechamente ligado durante toda su vida.
A los veinte años, en el tiempo que Furtwängler debutaba en la dirección, había ya compuesto varias obras.
Sin embargo, no fueron bien recibidas y, sumado a la inseguridad económica que significaba una carrera como compositor, decidió concentrarse en la dirección.
Hacia el final de la guerra, bajo la extrema presión del Partido Nazi, Furtwängler se fue a Suiza.
Se repuso de una grave pulmonía contraída en 1953 pero volvió a contraerla en un viaje en tren y murió en 1954 en Baden-Baden.
Había comprado un chalet en la localidad suiza de Montreux (Clarens, Basset Coulon), que solo usó unos meses.
Sin embargo, también apoyó la música del siglo XX y fue conocido por dirigir los estrenos de obras modernas, como el Concierto para Orquesta de Béla Bartók, Paul Hindemith, Arnold Schönberg, Hans Pfitzner y Richard Strauss, entre otros.
Se atrevió a dirigir el prohibido Félix Mendelssohn y en 1934, se le prohibió dirigir el estreno de la ópera Mathis der Maler de Paul Hindemith, y Furtwängler renunció en protesta a su puesto en la Ópera de Berlín (hoy Staatsoper Unter den Linden) en el que estuvo solo un año.
Furtwängler fue sin duda alguna el más importante director que decidió quedarse en la Alemania nazi.
Sus conciertos eran frecuentemente transmitidos por radio a las tropas alemanas para elevarles la moral, si bien estaba limitado por las autoridades en lo que se le permitía dirigir.
[8] Tras la guerra, las grabaciones radiofónicas fueron confiscadas por la Unión Soviética, que en 1990 devolvió una copia a la República Federal de Alemania.
Entre sus defensores figuraron Boleslav Barlog, Sergiu Celibidache, Ernest Ansermet, Hugo Strelitzer, Paul Hindemith, Szymon Goldberg y su secretaría judía Berta Geissmar.
La obra teatral Taking Sides (1995), del dramaturgo británico Ronald Harwood, trata acerca de las acusaciones estadounidenses contra Furtwängler por haber servido al régimen nazi.
Después de la guerra fueron confiscadas por la Unión Soviética por décadas y solo recientemente han sido ampliamente disponibles, a menudo en muchos sellos legítimos e ilegales.