Asimismo, en épocas recientes se han hecho varias reconstrucciones hipotéticas del caballo.Aunado a ello, ha dado origen a dos expresiones idiomáticas: «caballo de Troya»; es decir, un engaño destructivo, y «presente griego», algo concebido como aparentemente agradable, pero que trae consigo consecuencias graves.La guerra de Troya fue descrita por primera vez en los poemas homéricos y desde entonces ha sido contada por otros autores, antiguos y modernos, quienes han introducido variaciones y expandido la historia, pero el resumen del episodio del caballo es el siguiente: La guerra duraba más de nueve años cuando el más destacado guerrero griego, Aquiles, había caído muerto en combate.Entonces Menelao confirma lo que ella había dicho, hablando del caballo: En otro pasaje, Odiseo pide al aedo Demódoco que narre la historia del caballo de Epeo creado con la ayuda de Atenea.Asimismo, en un gesto retórico, se ofrece como víctima voluntaria de la ira troyana.[4] Por otra parte, Laocoonte sacrificó un toro a Neptuno, cuando de Ténedos emergieron dos serpientes monstruosas que mataron al sacerdote y sus dos hijos y luego se refugiaron en el templo de Atenea.No hacía falta nada más para que los troyanos creyeran la historia de Sinón, por eso hicieron una brecha en la muralla y se llevaron el caballo a la ciudad en medio de grandes festejos.Una vez entrada la noche, mientras los troyanos dormían, Sinón abrió el caballo, sus compañeros salieron a matar a los guardias y dieron una señal al ejército escondido en Ténedos cuyos integrantes regresaron, invadieron la ciudad, la saquearon y la quemaron, en medio de la masacre de sus habitantes.[4] La historia ha sido repetida con variaciones por escritores tardíos como Quinto de Esmirna, Higino y Juan Tzetzes.El cuerpo era poderoso, y curvado como un barco, en tanto su cola caía al suelo cubierto con grandes trenzas.Tan hermosa y aterradora fue la creación que Ares no dudaría en montarla si estuviera vivo.Para mantener a los hombres nutridos y que no fracasaran en el momento decisivo, Atenea les dio ambrosía.[7] Otros autores tardíos, sin embargo, ofrecieron relatos de la historia completamente diferentes a la tradicional.[21][22] En la tradición clásica, los navíos son muchas veces denominados como «caballos de mar».En la Odisea, Penélope, lamentando la ausencia de Telémaco, dice: «¿Por qué mi hijo me dejó?[23] En la comedia Rudens, Plauto dice: «Se le llevará por los caminos azules (el mar) en un caballo de madera (barco)».Los guerreros se colocaban en el centro de la máquina y usaban su cabeza elevada para escalar murallas, mientras que otros manejaban un ariete en la parte inferior.[34] Entre los autores más reconocidos que dejaron obras sobre él, se encuentran Livio Andrónico, Nevio, Giovanni Domenico Tiepolo,[35] Giulio Romano[36] y Lovis Corinth.[37] Asimismo, continuó siendo un tema para artistas y escritores contemporáneos de todo el mundo, como por ejemplo Christopher Morley,[38] Archibald MacLeish,[39] George Nick,[40] Christopher Wool,[41] Willie Bester,[42] Heri Dono,[43] Marcos Ramírez ERRE,[44] Epaminondas Papadopoulos,[45] Charles Juhasz, y dio nombre a un grupo de artistas de Puerto Rico, involucrados en el activismo social.[49] Actualmente, existen en el mundo varios «caballos de Troya» modernos, con apariencias múltiples.
Grabado de
Giovanni Battista Fontana
donde se observa a
Laocoonte
y sus hijos siendo devorados por las serpientes. Al fondo, se observa cómo el caballo es llevado dentro de la ciudad.
Monumento de madera del Caballo de Troya en las ruinas de la ciudad histórica de
Troya
,
Turquía
.