[6] Para mantener el último bastión del Eje en África, Túnez, Italia necesitaba una enorme ayuda alemana.
En síntesis, estos grupos, independientemente unos de otros, iniciaron sus propias intrigas para establecer contactos con las autoridades aliadas.
Además, los angloamericanos esperaban entablar negociaciones con personalidades como el Rey, no con la Princesa María José, u otros grupos, que eran vistos con indiferencia.
[17] Finalmente, pero no menos importante, Víctor Manuel conservaba aún su fe en Mussolini, confiando en que una vez más el Duce habría de salvar la situación.
[22] Casi todos los ministros fueron sustituidos: las líderes más importantes en caer fueron Galeazzo Ciano, yerno del Duce, Dino Grandi, Giuseppe Bottai, Guido Buffarini Guidi y Alessandro Pavolini.
Cinco días después, cambió al joven secretario del Partido Fascista, Aldo Vidussoni, por Carlo Scorza.
[29][30] La opinión pública italiana, que llevaba meses esperando una señal del rey, comenzaba a volverse en contra de la monarquía.
[40][41] Sin embargo, una colaboración entre los dos mariscales era impensable, pues Caviglia odiaba a Badoglio, definiéndolo alguna vez como un "perro de corral que va donde esté el bocado más grande".
[66] En aquellos días, el único de los gerarchi que tenía un plan claro para superar el impasse era Dino Grandi: creía necesario deponer a Mussolini, luego dejar al rey la tarea de formar un gobierno sin fascistas y a la vez atacar al ejército alemán en Italia.
Solo así se podría haber esperado mitigar las duras condiciones decididas por los aliados en Casablanca para los países enemigos.
Mussolini le escribió a Hitler para pedirle una reunión donde pudiera discutir la alarmante situación bélica italiana, pero la carta nunca llegó a enviarse, pues el Führer, que recibía a diario información detallada y expedientes de su embajador en el Vaticano y agente de Himmler, Eugen Dollmann, y estaba preocupado tanto por la apatía del Duce como por la abrumadora catástrofe militar en Italia, pidió reunirse con él lo antes posible.
Ambrosio se preparó meticulosamente para la reunión y el día anterior le habló claramente al Duce diciéndole que su deber era salir del conflicto dentro de los siguientes 15 días.
Además, propusieron que un general alemán, posiblemente Erwin Rommel, asumiera el Comando Supremo del Eje en la Península.
La reunión se interrumpió abruptamente cuando un consejero italiano entró en la sala y le dijo a Mussolini que en aquel momento los aliados estaban bombardeando fuertemente por primera vez la capital, Roma.
[50][85] Llegó a Roma recién al día siguiente, y en la mañana del 21 se encontró con Scorza, quien le dijo que Mussolini había decidido convocar la sesión.
[88] Al día siguiente, el 20 de julio, Mussolini se reunió con Ambrosio en dos ocasiones: durante la segunda visita, en la noche, el Duce le dijo que había decidido escribir a Hitler confesando la necesidad de que Italia abandonara la alianza con Alemania.
Todavía furioso por la oportunidad perdida de haberlo hecho en Feltre, Ambrosio, indignado, le ofreció su renuncia, cosa que Mussolini rechazó.
Una anotación prescribía la ropa requerida: "Uniforme fascista, chaqueta (chamarra) sahariana negra, pantalón corto gris verdoso: VENCER".
No se daban cuenta de las enormes consecuencias sobre la estructura del régimen que tendría su eventual voto favorable.
Mussolini se puso a trabajar y encontró una carta en su escritorio de Tullio Cianetti, retirando su voto por la agenda Grandi.
Entre tanto, Mussolini se reunió más tarde con el embajador japonés, Shinrokuro Hidaka, quien llevaba esperando tres semanas para una audiencia de cortesía.
La ambulancia salió del parque y se apresuró a atravesar Roma hasta llegar al cuartel del ejército "Podgora" en Trastévere antes de ser trasladada finalmente al cuartel "Legnano" de los Carabinieri en Prati, en vía a Legnano.
Durante toda la jornada del 25 de julio se mantuvo una estricta confidencialidad sobre cuanto había sucedido.
Italia duramente golpeada en sus provincias invadidas, en sus ciudades destruidas, mantiene la fe en la palabra dada, celosa custodia de sus tradiciones milenarias [...]Todas las centrales telefónicas fueron bloqueadas.
De inmediato, Galbiati fue reemplazado por Quirino Armellini, un general del Ejército, y detenido pocos días después.
[179] Tras la publicación del encuentro en la prensa suiza al día siguiente, se reunió con el duque d'Acquarone, con quien tuvo una discusión.
[180] El gobierno no inició ningún intento por establecer contacto con los angloamericanos o por defender al país de la invasión alemana.
En cambio, un pequeño avión biplaza fue a recogerlo y, junto con Skorzeny, fue transportado al aeropuerto de Campo di Mare.
Más tarde se reunió con Hitler en la Guarida del Lobo en Rastenburg, donde los dos estuvieron de acuerdo en revivir el fascismo en la Italia ocupada por los alemanes.
En él se describe un "clima incandescente, con ásperos enfrentamientos verbales", reportando incluso sobre un líder que habría desenfundado su arma.