Ante ello, Hitler dispuso que las fuerzas armadas alemanas invadieran Italia y desarmaran a su ejército, después liberasen a Mussolini, y pusieran al Duce al frente de un gobierno títere expresamente creado por los alemanes: la República Social Italiana (RSI), concebida como un régimen completamente subordinado a la Alemania nazi como un simple satélite.
Los otros 13 se hallaban en territorio italiano dominado por los Aliados occidentales o escondidos, y fueron juzgados en rebeldía.
Así, antes que empezara el proceso, los líderes del nazismo alemán habían exigido a Mussolini dar muerte a los "traidores del 25 de julio", advirtiendo que desaprobarían cualquier otro veredicto.
El resto de los acusados fue condenado a muerte sin discrepancias reseñables al respecto en el seno del tribunal.
Ninguno fue capturado por las autoridades de la RSI, y todos sobrevivieron a la guerra.