[3] Ciano jugó un importante papel en el seno del régimen fascista, así como en la política exterior europea de entreguerras.
[7] En su etapa escolar llegó a tener un amor platónico con una chica judía, relación que sin embargo encontró con la frontal oposición de sus padres por motivos religiosos.
[10] Durante los primeros años de la dictadura fascista, Galeazzo Ciano fue asignado a diversos destinos diplomáticos en Brasil y en China, conociendo también Argentina.
No obstante, ya en su etapa en China el matrimonio Ciano comenzó a hacer vida separada.
[13][1] Durante su mandato Ciano expandió la sección de propaganda a cuatro nuevos departamentos —propaganda, turismo, cinematografía y radio—.
En abril de 1936 protagonizó con su avión una acción sobre la capital etíope, Adís Abeba, que alcanzaría mucha celebridad.
Ciano favoreció decididamente que Italia enviase el Corpo di Truppe Volontarie para luchar al lado del bando sublevado en la guerra civil española en 1936 y acompañó a Mussolini en la Conferencia de Múnich (septiembre de 1938).
Así, cuando Alemania invadió Polonia el 1 de septiembre de 1939, Ciano se mostró contrario a que Italia entrase en el conflicto como aliado alemán o declarase la guerra al Reino Unido y Francia, estimulando por el contrario una política de "no beligerancia" al tener en consideración que la economía italiana no estaba preparada para soportar un esfuerzo bélico similar al del Tercer Reich.
Tal conducta le causó ganarse desde entonces la desconfianza del propio Hitler y sobre todo del ministro nazi de Asuntos Exteriores, Joachim von Ribbentrop, quien le reprochaba a Ciano que una posible entrada de Italia en el conflicto en 1939 para apoyar a Alemania hubiese hecho desistir a franceses y británicos de solidarizarse con Polonia.
En contraste, las primeras derrotas italianas de 1940 en sus campañas bélicas del norte de África y en Grecia —en contraste con las aplastantes victorias alemanas en Escandinavia y Francia— convencieron a Ciano de que el régimen fascista no tenía fuerza militar suficiente para equipararse en poderío con su aliado nazi y que tarde o temprano Mussolini debería aceptar como ineludible que la Italia fascista quedase limitada a actuar como "potencia subordinada" del Tercer Reich en todo aspecto; las derrotas italianas continuaron en 1941, acentuando el pesimismo de Ciano.