Directamente del griego, o a través del latín tardío catholicus, el término «católico» entró en muchos otros idiomas, convirtiéndose en la base para la creación de varios términos teológicos como «catolicismo» y «catolicidad» (en latín tardío catholicismus y catholicitas).
El equivalente griego moderno καθολικισμός (katholikismos) tiene una forma retroactiva y generalmente se refiere a la Iglesia católica.
[cita requerida] En 380, el emperador Teodosio I limitó el uso del término «cristiano católico» exclusivamente a aquellos que seguían la misma fe que los obispos Dámaso de Roma y Pedro de Alejandría.
Como ha señalado la historiadora francesa Claire Sotinel durante la Antigüedad la palabra católico, tanto en latín como en griego, conservó el sentido general de «universal».
Si estos reivindicaban su superioridad por el rechazo radical a los que no habían mantenido su fe durante las persecuciones, sus adversarios la afirmaban por su comunión con las iglesias del otro lado del mar, en particular la de Roma, lo que les daba una dimensión universal, católica, aunque en esto no hay que ver una referencia a una organización eclesiástica específica porque en el Imperio romano nunca existió, según Sotinel, una «organización comunitaria "universal"».
Innombrables documentos muestran que estos principios no fueron nunca aplicados sistemáticamente, tampoco los de los concilios posteriores...».
[4] En conclusión, según Claire Sotinel, «en el sentido antiguo del término, la Iglesia nunca "se volvió" católica; lo fue siempre si se habla de la aspiración a la unidad perfecta de todos los cristianos...
Si estos reivindicaban su superioridad por el rechazo radical a los que no habían mantenido su fe durante las persecuciones, sus adversarios, encabezados por Cipriano de Cartago, la afirmaban por su comunión con las iglesias del otro lado del mar, en particular la de Roma, lo que les daba una dimensión universal, «católica», aunque en esto no hay que ver una referencia a una organización eclesiástica específica porque en el Imperio romano nunca existió, según Sotinel, una «organización comunitaria "universal"».
En aquellos días, los términos «católico oriental» y «católico occidental» tenían significados geográficos básicos, que generalmente correspondían a las distinciones lingüísticas existentes entre el este griego y el oeste latino.
Escribió en 1190: En el otro lado de la brecha cada vez mayor, los teólogos occidentales consideraban cismáticos a los ortodoxos orientales.
Durante el período tardío medieval y temprano moderno, la terminología se volvió mucho más complicada, lo que resultó en la creación de sistemas terminológicos paralelos y enfrentados que existen hoy en día en toda su complejidad.
Durante el período moderno temprano, el término especial «acatólico» fue ampliamente utilizado en Occidente para marcar a todos aquellos que se consideraba que tenían puntos de vista teológicos heréticos y prácticas eclesiásticas irregulares.
En todos estos documentos también se refiere a sí misma simplemente como la Iglesia Católica y con otros nombres.
Las Iglesias orientales católicas, aunque unidas con Roma en la fe, tienen sus propias tradiciones y leyes, que difieren de las del rito latino y las de otras Iglesias orientales católicas.
En cuanto a las relaciones con los cristianos orientales, Benedicto XVI manifestó su deseo de restaurar la unidad total con los ortodoxos.
La Iglesia católica romana considera que casi todas las diferencias teológicas antiguas se han abordado satisfactoriamente (la cláusula Filioque, la naturaleza del purgatorio, etc.) y ha declarado que las diferencias en las costumbres tradicionales, observancias y disciplina no son un obstáculo para la unidad.
Esta suposición no es aceptada por la propia Iglesia romana, que normalmente se llama a sí misma «la Iglesia católica» sin reservas y no reconoce a otros aspirantes al título.
Estos incluyen una facción de anglicanos a menudo también llamados anglocatólicos, neo-luteranos del siglo XIX, luteranos de la alta iglesia del siglo XX o católicos evangélicos y otros.
Según Harper's New Monthly Magazine: Las diversas sectas protestantes no pueden constituir una Iglesia porque no tienen intercomunión [...] cada Iglesia protestante, ya sea metodista o bautista o lo que sea, está en perfecta comunión consigo misma en todas partes como la católica romana; y en este sentido, en consecuencia, el católico romano no tiene ventaja ni superioridad, excepto en el punto de vista de los números.