Bronces de Benín

[4]​[5]​ Actualmente, parte aún se encuentra en el Museo Británico, concretamente en la sala 25 (en la sección de África).

[3]​ Otras piezas se hallan en los Estados Unidos y Alemania, entre otros países.

[7]​ Incluso se llegó a la conclusión que habían tomado el conocimiento metalúrgico de los portugueses.

[11]​ El reino de Benín, que entre los siglo XIV y XIX ocupó una pequeña porción al sur del territorio de la actual Nigeria, fue muy rico en esculturas realizadas con materiales diversos, tales como hierro, bronce, madera, marfil o terracota.

A partir del siglo XVIII, comerciantes y exploradores europeos adquirieron algunas pocas piezas.

Así, las primeras piezas que realmente llamaron la atención occidental fueron aquellas enviadas por el Ejército británico a Londres en 1897, después de su expedición punitiva contra el reino de Benín.

[13]​ En el África tropical, en el centro del continente, tempranamente se desarrolló la técnica de la cera perdida utilizada en las pequeñas esculturas de bronce, como atestiguan las piezas encontradas en Benín.

Existen cerca de ciento sesenta; y las más antiguas provienen seguramente del siglo XII.

[18]​ En 1897, el vicecónsul general James Philips, junto a otros seis oficiales británicos, dos comerciantes, intérpretes y 215 porteadores, se puso en marcha hacia Benín desde el pequeño puerto de Sapele.

[7]​ Aunque habían informado que tenían previsto realizar una embajada, les habían contestado que debían esperar, pues estaban realizando unos rituales y ningún extranjero podía entrar en la ciudad de Benín mientras tanto;[19]​[20]​ sin embargo, los británicos ignoraron el aviso y continuaron con la expedición.

[7]​[19]​ Ocho días después, las noticias del incidente llegaron a Londres e, inmediatamente, se organizó una expedición naval punitiva,[7]​[19]​[21]​ dirigida por el almirante Rawson.

[6]​ La notable calidad de los trabajos se vio reflejada rápidamente en los altos precios que alcanzaron en el mercado.

[29]​ Las ventas se detuvieron en 1972 y el especialista de arte africano del Museo, Nigel Barley, admitió que habían sido un error.

En general, solo el rey podía poseer objetos de bronce y marfil.

Como arte cortesano, su objetivo principal consistía en glorificar al Oba, rey divino, y a la historia de su poderoso imperio.

Gran parte de las figuras representadas en las placas solo puede ser identificada gracias a sus vestiduras y atributos, los cuales indican su función en la corte, mas no como personajes históricos concretos.

Las cabezas conmemorativas del rey o de la reina madre no son retratos individuales, aunque muestran un naturalismo estilizado.

Los colmillos de elefante con tallas figurativas, que probablemente empezaron a ser usados como elemento decorativo en el siglo XVIII, muestran escenas concretas del reinado de algún rey difunto.

[35]​ Como requisito previo a la sucesión real, todos los nuevos Oba debían instalar un altar en honor de su predecesor.

Las piezas no metálicas tomadas por el Ejército británico estaban hechas, entre otros materiales, de madera, cerámica, marfil, piel y tela.

Las obras realizadas con la técnica de la cera perdida requerían una gran especialización y la calidad era mayor cuando el rey era más poderoso y podía permitirse tener a su servicio un gran número de especialistas.

Registro: 1898, 0115.23 El arte africano, además de su importancia inherente a la gente que lo produjo, ha inspirado a algunos de los principales artistas y movimientos del arte contemporáneo, tanto en Europa como en América.

Los artistas occidentales del siglo XX, especialmente los fovistas como Matisse y los cubistas como Picasso y Braque, admiraron la importancia que se concede a la abstracción en el arte africano y vieron en él la justificación de su propia rebelión contra los academicistas, tanto en la forma como en el color; también en Alemania, los grupos Die Brücke y Der Blaue Reiter buscaron la fuerza de expresión de las máscaras africanas, estimulando así su falta de preocupación por el naturalismo.

El color no se añade y pigmenta las formas, sino viceversa.

La libertad e intensidad cromáticas africana inspiraron la brujería visual de los exaltados colores fauvistas.

[41]​ Las exasperaciones del color podían expresar también el dolor y la angustia del conflicto social, como en el caso de Die Brücke, los expresionistas de Dresde (Ernst Ludwig Kirchner, Erich Heckel, Karl Schmidt-Rottluff), o en pintores como James Ensor y Munch.

Extensión de los pueblos edo.
El Oba en la ciudad de Benín en 1686.
Dibujo que representa la ciudad de Benín en 1897, trazado por un oficial británico.
Dos bronces de Benín en el Museo de Victoria y Alberto de Londres .
Placa de latón que representa la entrada al palacio del Oba de Benín. Data del siglo XVI y se encuentra en el Museo Británico de Londres.
Colgante hecho de una aleación de cobre y que se llevaba en las caderas ( Museo Nacional de Arte Africano ).
Pie de altar edo que data de los siglos XVIII y XIX ( Museo Nacional de Arte Africano ).
Máscara de marfil del reino de Benín, datada en el siglo XVI ( Museo Metropolitano de Arte de Nueva York ).
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