Los nombres Ostrimnides y Casitérides, probablemente de origen fenicio, no se sabe bien a donde pertenecen.
[1] La provincia fue así denominada por los britanos, el pueblo celta que formaba la isla en el momento de la anexión romana.
César Augusto preparó la invasión de la isla en tres ocasiones (34 a. C., 27 a. C. y 25 a. C.), posponiéndolo por motivos varios.
Fue casi un siglo después, en el año 43, el emperador Claudio organizó una invasión con su general Aulo Plaucio al frente de la fuerza invasora, la cual contaba con cuatro legiones.
Los cuatro años siguientes fueron utilizados por los romanos para consolidar sus posiciones en el sudeste, sudoeste y en los Midlands.
Para el año 47, la frontera provincial estaba constituida por una línea imaginaria que iba de Exeter a Lincoln.
Caractacus huyó y buscó refugio entre los brigantes (tribu que ocupaba el norte de la actual Inglaterra), pero fue entregado por su reina, Cartimandua, a los romanos.
Paralelamente, los romanos apoyaban a la facción prorromana de los brigantes, encabezada por la reina Cartimandua, que mantuvo una política prorromana frente a la facción antirromana liderada por su marido (finalmente, en el año 71, el reino de los brigantes sería anexionado por Roma).
Con la conquista de Claudio, Britania pasó a ser otra provincia romana regida por un gobernador.
En el año 78 el gobernador Cneo Julio Agrícola se vio obligado a dirigir una nueva expedición militar para someter a la tribu celta de los ordovicos, ubicada en lo que hoy es Gales, dos años después llegó hasta Caledonia (actual Escocia) donde las tribus de los pictos conservaban su independencia.
No existen fuentes históricas que describan las décadas posteriores a la partida de Agrícola.
La arqueología ha mostrado que algunos fuertes romanos al sur del istmo Forth-Clyde fueron reconstruidos y ampliados, aunque otros parecen haber sido abandonados.
En el año 115, los nativos se sublevaron contra sus conquistadores y aniquilaron a las guarniciones romanas de Eburacum, (York).
Sin embargo, en 208 el emperador Septimio Severo restableció legiones en la muralla de Antonino Pío y ordenó repararla.
Se llevaron a cabo reformas administrativas con Constancio Cloro alrededor del 296, durante el principado de Diocleciano, creando las tradicionales cuatro provincias: Britania Prima, Britania Secunda, Flavia Caesariensis y Maxima Caesariensis.
Gracias a las fotografías aéreas realizadas se ha podido reconstruir el plano de esta ciudad.
En el siglo XVIII se descubrió el templo de la diosa celta Sulis que fue romanizada como Minerva.
En este asentamiento romano se alzaba el espectacular palacio del rey Cogidubno cuyas ruinas fueron sacadas a la luz en los trabajos de excavación.
La actual ciudad de Londres fue fundada por los romanos en una comarca habitada desde tiempos remotos, aprovechando la cercanía del río Támesis justo donde no llegaban las mareas.
En el año 115, las tribus celtas de los territorios del actual condado de York se sublevaron contra los romanos y vencieron a las guarniciones militares que habían quedado protegiendo el territorio y que estaban ubicadas en Eboracum, actual York.
En Britania se explotaron casi los mismos minerales que en Hispania: plomo argentífero, cobre, hierro, oro, estaño y carbón.
En este lugar el emperador Adriano explotó la mina de Lutudaron que después fue concedida a los llamados conductores cuyos nombre se conocen por estar escritos en unas tablillas de plomo que se conservan.