[1] Generalmente se considera que la migración masiva desde el continente tuvo lugar en el siglo VI, con la consecuente eliminación de los britones.
El consenso general es que el inglés antiguo muestra pocas trazas de contaminación lingüística.
Podemos encontrar nombres celtas de lugares dispersos por el territorio, incrementando su densidad hacia el oeste.
Las inscripciones célticas correspondientes al periodo se han hallado principalmente en el oeste de Inglaterra y en Gales, para cuya conservación y difusión en línea se ha creado el proyecto CISP.
Las inscripciones halladas en el noroeste están escritas con caracteres rúnicos y aportan información sobre la ocupación de los anglos, mientras que las del norte de Escocia están realizadas en ogam, algunas en lenguas desconocidas.
Con el paso del tiempo, los dialectos germánicos fueron imponiéndose a las antiguas lenguas britanas y al latín en el este de Inglaterra.
[6] Además, un estudio más completo llevado a cabo en 2003 (Capelli et al.)
El estudio prueba también que todas las áreas de las islas británicas ya contenían un elemento genético anglosajón.
[10] Igualmente, Oppenheimer postuló que la llegada de las lenguas germánicas a Inglaterra puede corresponder a fechas muy anteriores a las tradicionalmente consideradas, y que tanto los belgas ingleses como los continentales pueden haber sido germanohablantes y estar relacionados étnicamente de forma bastante cercana (o quizá un mismo grupo que hubiera cruzado el canal).
[11] Durante mucho tiempo se ha mantenido la idea de que los anglosajones emigraron a Gran Bretaña en grandes grupos en los siglos V y VI, desplazando a los pobladores nativos de la isla.
Esta interpretación resultaba especialmente atractiva a los antiguos historiadores ingleses, que defendían que Inglaterra se había desarrollado al margen de la Europa continental, con una monarquía limitada y amor por la libertad.
[14] Los sajones se habrían convertido en una élite gobernante que aculturaría a la población local.