Hay pruebas arqueológicas de su existencia, representadas por torques: pesados collares de oro, plata o "elektron", que estaban diseñados para ser llevados en torno al cuello y los hombros y que señalaban a quienes los portaban como pertenecientes a la nobleza.
Los icenos comenzaron a acuñar moneda hacia el año 10 a. C., creando una adaptación especial del diseño galo “cara/caballo”, pero en algunas monedas más tempranas, sobre todo de la zona cercana a Norwich, el caballo fue reemplazado por un verraco o jabalí.
[2] La llamada carretera icena, un antiguo camino que une East Anglia con los Chilterns, fue denominada así en honor a este pueblo britano.
No obstante, los romanos ignoraron el testamento, y el procurador Cato Deciano se apropió de toda la herencia del rey fallecido.
La derrota devino en una masacre en la que fallecieron, según relata Tácito en sus Anales, unos 80 000 britanos, hombres, mujeres y niños.