Fue el octavo y más grave de los diez bombardeos que sufrió la capital.
Las bombas afectaron especialmente a zonas como Feria, Tinte, Altozano o Diputación, además de calles como Ancha, Paseo de la Libertad, Félix Arias, Hurtado Matamoros, Marzo o Sol, entre otras, así como al aeródromo de Los Llanos, asesinando a unas 150 personas.
Albacete contaba con dos baterías antiaéreas frente a los bombardeos: una en el lugar que hoy ocupa el estadio Carlos Belmonte y otra en el aeródromo de Los Llanos, que sin embargo durante este ataque no lograron derribar ningún avión enemigo.
[6] Entre los objetivos del ataque estaban la estación ferroviaria, donde se encontraban almacenados cerca de 300 vagones con material de guerra, y las Brigadas Internacionales, que tenían su sede en Albacete, a las que pretendía cortar el suministro, que en el momento combatían cruentamente protegiendo la capital del país.
[1] En represalia por los daños que sufrió la capital en el intenso ataque, el general Douglas ordenó el bombardeo de tres ciudades del bando nacional, lo cual provocó desavenencias entre este y el ministro Indalecio Prieto.