Regresó en 1820 a la vida política activa con el Trienio liberal.
Francisco Martínez de la Rosa lo envió a París para obtener el apoyo francés durante la Primera Guerra Carlista, interviniendo en las negociaciones para la firma de la Cuádruple Alianza y el envío de la Legión Extranjera.
Trató sin éxito de negociar con las potencias absolutistas del norte (Austria, Prusia y Rusia) para que retirasen su apoyo a los carlistas, que actuaban a favor del hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro.
Se vio desbordado por la pugna por el poder entre Narváez y Baldomero Espartero.
Como poeta lírico de mediana importancia, siguió las huellas de Juan Nicasio Gallego, con quien le unía una estrecha amistad.