[6] Entre sus estudiantes destacaron Simon Barere, Alexander Borovsky, Thomas de Hartmann, Leonid Kreutzer, Lev Pyshnov (Pouischnov), Joseph Schwarz, Serguéi Tarnovsky, Anastasia Virsaladze, Ignace Hilsberg, Isabelle Venguérova o Serguéi Prokófiev, entre otros.
[14] Un año y medio más tarde ya tocaba la Sonata para piano n.º 2 en la mayor de Beethoven (Op. 2).
Un año más tarde, en 1871, se graduó en las asignaturas teóricas de composición, instrumentación, contrapunto y armonía que había estudiado con Nikolai Zaremba y Julius Johannsen, recibiendo entonces el diploma del conservatorio.
No solo se preocupaba por su formación musical sino también en su educación general, proporcionándole lectura, en particular de los poetas Goethe, Schiller y Shakespeare.
[15] Inmediatamente después de graduarse en el conservatorio dio trece recitales en solitario en Salzburgo.
[32] Considerada por sus contemporáneos como una pianista del más alto nivel, Essipoff tocó en toda Europa y en América, actuando regularmente en Berlín, Londres, París, Viena, Riga, Moscú, San Petersburgo y otras ciudades europeas.
[15] En diciembre de 1871, Piotr Chaikovski, que en aquel entonces trabajaba como articulista en el periódico Moskóvskie védomosti, escribió sobre la pianista:[15]
[15] El musicólogo y crítico musical austriaco Eduard Hanslick escribió sobre uno de los conciertos vieneses:[35]
[36] En Londres debutó con la Philharmonic Society en junio de 1874,[37][Nota 5] y su primera presentación en París fue en 1875.
[38] Sus interpretaciones cautivaban al público y la prensa se deleitaba en elogios hasta el punto de que el periódico The New York Times llegó a publicar la siguiente crítica:[39]
Entre los años 1878 y 1893 tuvo su residencia permanente en Viena, pero normalmente viajaba dando conciertos en Alemania, Austria-Hungría, Dinamarca, España, Francia, Italia, Países Bajos, Portugal, Reino Unido, Rumania, Rusia, Suecia y Suiza.
[54] En 1899 renunció a su puesto en la enseñanza y rechazó una propuesta del Conservatorio de Moscú para impartir clases en sesiones privadas.
[43] Pocos meses antes de su muerte tuvo que abandonar su actividad pedagógica debido a una grave enfermedad.
[57][6] Algunos de sus alumnos más destacables en esta última época en San Petersburgo fueron Joseph Achron, Simon Barere, Mijail Bikhter, Alexander Borovsky, Jan Cherniavsky, Sofía Davydova, Vladimir Dranishnikov, Vladimir Drozdov, Sasha Dubianski, Thomas de Hartmann, Ignace Hilsberg, Anna Hirzel-Langenhan, Yevgueni Ilyín, Olga Kalantárova, Leonid Kreutzer, Leo Ornstein, Serguéi Prokófiev, Sofía Polotskaya, Leff Pouishnoff, Natalia Pozniakóvskaia, Gavriil Romanovski, Joseph Schwarz, Georgi Sharoyev, Serguei Tarnovski, Isabelle Venguérova, Anastasia Virsaladze y Mariya Yúdina.
[58][59][6][60] Desde niña ya destacaba por su excelente oído, su buena memoria y su don para la música,[21] aunque tenía las manos pequeñas lo cual le dificultaba poder tocar el piano.
[14] Además del ruso aprendió alemán e inglés durante sus estancias en el extranjero.
[66] El matrimonio se divorció en 1892 y ella regresó un año más tarde a San Petersburgo.
[69][47] Le dedicaron además numerosas composiciones,[70] entre ellas el concierto para piano en do menor Caprice russe (Op.
Sin embargo Essipoff nunca interpretó sus obras, por lo que la dedicatoria original fue reemplazada por otra a Sophie Menter en la publicación de la partitura completa en 1893.
[72] En Europa muchos críticos la consideraban «una maravilla», mejor incluso que Rubinstein o Schumann, y tan solo superada por Franz Liszt.
[75] Tamara Berkman realizó en 1948 un estudio sobre Essipoff, analizando sus estilos de vida, trabajo y educación.
[74][76] Nikolái Bertenson publicó primero un artículo con motivo del centenario del nacimiento de Essipoff en 1951, y posteriormente en 1960 publicó un ensayo sobre la vida y actividad de la pianista, titulado como «Anna Nikoláyevna Yésipova.
[1] También interpretaba casi todo el catálogo clásico y romántico, incluyendo obras de Bach, Brahms, Händel, Liszt, Mendelssohn, Rameau, Saint-Saëns, Scarlatti, Schumann y Weber,[11][82] además de algunas composiciones más contemporáneas como las de Chaikovski, Delibes, Godard, Henselt, Leschetizki, Moszkowski, Edmund Neupert, Paderewski, Joachim Raff, Rubinstein, Karl Tausig y Wieniawski, entre otros.
[93][94] Esta colocación y el uso de las manos era determinante: su posición tenía que ser como para «sostener una pelota» y para definirlo acuñó el término «la main voutée» (la mano abovedada).
[95] El control entre la mano, la muñeca y el brazo debía ser absoluto, de forma que fuera posible contraer una parte mientras se mantenía relajada la otra, o mover una mientras la otra permanecía en reposo.
[86][98] Schnabel destacaba que cuando fue su pupilo ella le hacía practicar mientras sostenía una moneda en el dorso de su mano.
[101] En las corcheas practicaba la distribución de los acordes entre las manos y la potencia con que se presionan las teclas con los diferentes dedos, buscando la misma fuerza en todas las teclas para obtener un sonido suave y rápido.
N. Yésipova, con anotaciones sobre su método de enseñanza y con el epígrafe «Sempre avanti» (siempre adelante) dedicado «a su amado estudiante» Yevgueni Ivánovich Ilyín.