Además se adentró en la pedagogía dando clases abiertas y conciertos en la Primera Escuela de Música Folk.
[3] En esa época escribió un pequeño artículo crítico llamado «Notas sobre una mujer» sobre la vida musical de Petrogrado, las características de los pianistas más destacados, y reflexiones sobre la naturaleza del «pianismo femenino», donde Dubianski denominó a la recientemente difunta Yésipova como su mejor representante.
[3] El invierno de 1918-1919 fue particularmente difícil, y su madre, Berta Davidovna, decidió dejarle que fuera a Kiev.
En su viaje encontró un desamor con una chica llamada Polina que lo dejó marcado para el resto de su vida.
También organizaba constantemente conciertos para niños y se mantenía ocupado y rodeado de amistades, no solo de músicos como Aleksandr Glazunov —que se trasladó a Kiev para dirigir el conservatorio—, Heinrich Neuhaus —con quien compartió el escenario en un dúo—, o Karol Szymanowski —quien le dedicó su obra Masques (Op.